La derrota del continuismo, por Luis Barragán (@LuisBarraganJ)

Escarapeladas democráticamente o no, fueron y son largas las dictaduras en América Latina. Y, tanto, que la alternancia en el poder constituyó una de las mayores conquistas políticas y programáticas avaladas por el sacrificio de generaciones enteras.

Equiparamos el poder alternativo con la democracia misma, explicándola. El continuismo gozó de un pésimo prestigio, igualmente, explicando buena parte de nuestros males.

La tergiversación llegó a tales decibeles que Chávez Frías, ganando por un escaso margen la consulta popular que – así – lo desautorizaba, forzó la parentela entre democracia y continuidad del gobierno, erigida la plebiscitación como un retroceso que arropó amablemente con las consignas participativas de su democracia.

Retroceso que celebraron impunemente los elencos del poder establecido, bajo el grueso maquillaje de una supuestamente novedosa revolución que halló eco en el continente. Sin embargo, la derrota – asaz amarga e inocultable – de Evo Morales, lo es para una tesis que nos impregnó de una premodernidad solamente defendida entre los abalorios de un marxismo atrabiliario e inmerecido.

Los tesistas en boga, incluyendo a los que académicamente se han aventurado a darle una sustentación imposible, mediante trabajos de divulgación que no soportan la más modesta interpelación conceptual, avalados por alguna universidad de clara estirpe oficialista que la desmienten, ahora buscarán otros pretextos para reflotar esa devolución al pasado. Lamentablemente, pagamos con creces la desventura y persistimos en el empeño de la no reelección mediata ni inmediata y hasta defendemos el quinquenio gubernamental que una vez ostentamos en Venezuela, eficazmente.

DC / Luis Barragán / Diputado AN / @LuisBarraganJ

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