El zarcillo de Manuelita

Al decir de  Luis Perú de la Croix fueron aquellos días de sosiego y combate en el Cuartel General de la Magdalena en Lima, cuando a su Comandante se le ocurrió echarle el cuento nada trivial de la escaramuza  que le tocó librar con quien en más de una vez lo arriesgó todo para evitar que a él nada le pasara ante los embates de sus enemigos.  Señala el General Francés que Bolívar  desde su hamaca, atraído por el halito de su amante le deja correr: ¡Encuentre usted alguna!   Esta me domó. Si,  ni las catiras de Venezuela que tienen fama de jodidas lo hicieron.

ManuelitaAsí tuvo que haber sido porque  aquella  fierecilla indómita, le voló encima a Simón con la misma fuerza, celo  y amor que le demostraba cuando sospechaba alguna deslealtad de cualquier santanderista, que al menor descuido le daba por conspirar contra su amado.   ¡Ninguna, oiga bien esto señor que para eso tiene oídos: ninguna perra va a volver a dormir con usted en mi cama!  No porque usted lo admita, tampoco porque se lo ofrezcan. Le espetó Manuela enseñándole el zarcillo de otra mujer, encontrado por ella debajo de las sabanas de la cama del libertador.

Lo amó desde aquel 16 de junio de 1822  cuando le lanzó un manojo de laureles  y hasta el último suspiro de su vida.  Señora: Nunca después de una batalla encontré a un hombre tan maltratado y maltrecho como yo mismo me hallo ahora, y sin el auxilio de usted.  ¿Quisiera usted ceder en su enojo y darme una oportunidad para explicárselo?… “Su hombre que muere sin su presencia”.  Termina  despidiéndose Bolívar,  en su epístola donde le pide cacao, consciente de su infidelidad conyugal a quien después en una fría noche Bogotana, en contra partida de su amor, le salvara la vida.

Cuenta la propia Coronela,  que aquel día cuando Bolívar  se acercaba al paso de  su Balcón, tomó la corona de rosas y ramitos de laureles y la arrojó para que cayera al frente del caballo de Su Excelencia; pero con tal suerte que fue a parar con toda la fuerza  de la caída, a la casaca, justo en el pecho de S. E.  Fulgurante y profunda fue la relación entre esa pareja de gigantes.  En tampoco tiempo tuvieron la oportunidad de librar para si y para la humanidad, las más bellas batallas de amor y libertad; ella lo reafirma en la postrimería de su vida donde terminó venerándolo.

Este 23 de noviembre la  libertadora del  libertador cumple 158 de su partida allá en Paita y ha de ser propicio recordarlo, porque desde aquellos tiempos de revueltas, sangre y amoríos por la patria, ninguna otra dama ha podido superarla en su afán por cumplir su papel de guerrera y guardián de los intereses de un estadista, que a pesar del tamaño de su compromiso siempre tuvo la nobleza de rendírsele a sus pies. Claro está ella le perdonó  lo del zarcillo infiel, pero lo que no se puede perdonar es la afrenta de estas damas de  rojo rojito que ahora se hacen llamar primeras combatientes.

 

DC/ Abog. Douglas Zabala/ @douglazabala

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