Desde hace cinco años Capitán vive en el cementerio en el que está enterrado Miguel, el que fue su dueño durante muchos años. Cada día el perro se acerca a la tumba a las seis de la tarde y se acuesta junto a ella.
Según explicaba Verónica, esposa de Miguel, el perro fue un regalo que hizo Miguel a su hijo Damián. Días después de la muerte de Miguel, Capitán desapareció de casa. Vivió en la calle durante un tiempo y los Guzmán le perdieron el rastro.
De forma fortuita, Verónica y su hijo se encontraron con Capitán un día que hicieron una visita al cementerio. El niño reconoció al perro y “comenzó a gritar que era Capitán y el perro se nos acercó ladrando, como si llorara”, explicaba Verónica.
A pesar de que lo llamaron el perro se quedó allí y una semana después al regresar al cementerio el perro seguía en el lugar. Sin embargo esta vez el perro volvió a la casa pero al rato regresó al cementerio.
Héctor Baccega, director del cementerio de Villa Carlos Paz, recuerda a la perfección el día que conoció a Capitán. “Apareció acá solo y dio vueltas por todo el cementerio, hasta que llegó, también solo, a la tumba de su dueño.
La familia asegura que nunca llevó a Capitán al cementerio, por lo que es un misterio cómo llegó hasta allí. Marta, que vende flores en el lugar, dice que lo vio por primera vez en 2007. Tenía una patita quebrada. Le dieron antiinflamatorios y lo entablillaron. Nunca se fue.