“Era una mujer dedicada a su familia y a sus hijos”, comentó Ezio Villalobos, yerno de la víctima, a las afueras de la morgue.
Villalobos residía en la casa 101C-61 del mencionado sector, la tarde de ayer salió a comprar queso en un abasto a 100 metros de su residencia, y de regresó un proyectil, presuntamente disparado desde la cárcel, le quitó la vida.
Javier Hernández, hijo de la infortunada, relató que su madre era una mujer muy querida por toda la comunidad.
Toda una vida
Rubia y su esposo Ángel Hernández tenían cerca de 50 años viviendo en el mismo lugar, allí criaron a sus hijos y nietos, aunque las balas que vienen desde la cárcel pasan como moscas por el lugar, eso no les impidió vivir felices todo ese tiempo.
Pero todo cambió la tarde del lunes. Ángel ya no quiere comer, la tristeza lo invadió, su voz desapareció, solo asiente cuando le hablan y a ratos se lamenta, por su amor perdido de manera trágica.
Allegados de la dama pidieron ayuda a las autoridades, “Ya no podemos seguir viviendo aquí, las balaceras de la cárcel pueden durar hasta tres horas continuas, en ese tiempo nos toca resguardarnos con las paredes y los techos, pero eso tampoco es mucho”.
Franklin Navarro, supervisor de regiones del CICPC, informó que harán las investigaciones para determinar si realmente el proyectil fue disparado desde la cárcel Nacional de Sabaneta, y si se trató de un fúsil, como se dijo en primer momento.