La música no podía faltar así que los villancicos dijeron presente. Los más pequeñines, micrófono en mano pusieron a aplaudir y a cantar al público espectador.
Roblegaita y Boogaloo dieron paso a la gaita zuliana, allí si muchos dejaron las mesas y bailaron el tradicional son.
Si el hambre atacaba eso no era problema alguno. Los organizadores con más de 15 años de experiencia en eventos similares pensaron en un menú para paladares diversos. Desde comidas rápidas, hasta una jugosa carne en vara se podía degustar, sin dejar de lado el toque dulce, donde las donas fueron las más demandadas.
El evento además de ser un punto de encuentro para el fortalecimiento de los lazos familiares tenía como propósito destinar todos los fondos recaudados a la construcción de un comedor para la institución.