Eiker Santaella (22), quien cumplía una condena en la cárcel de Sabaneta por homicidio, fue asesinado la madrugada del domingo en el centro penitenciario, tras participar en una riña.
Santaella oriundo de Güiria de la Costa, en Sucre, tenía problemas con otro preso pero nunca le dijo a su madre de quién se trataba. Hace un mes recibió un tiro en el hombro y ya se estaba recuperando, comentó su madre.
El jueves fue el último día que Luisa habló con su hijo, y hasta el lunes se enteró de lo ocurrido. “El jueves me dijo que estaba en la iglesia y que de allí no saldría. Que me quedara tranquila porque estaba bien”.
Guerra contó que el pastor de la iglesia dentro del reclusorio fue quien le dio la noticia. “Le envié un mensaje al pastor preguntándole por mi hijo y no me respondió. Volví a insistir y fue allí cuando me dijo que lo llamara urgente. De una vez supe que estaba muerto”.
Entre llantos, la mujer le pidió al pastor que le explicara porque no le avisó sobre le muerte de su ser querido. "¿Si tu eres un hombre de Dios, porque no me llamaste?, la respuesta que me dio es que perdió mi número de teléfono".
Sin pensarlo, Luisa emprendió un largo viaje a Maracaibo. A as 8.00 de la mañana comenzó a preparar las maletas, y pisó tierra marabina el martes en la noche. Le costó llegar a la morgue, "Pagué 400 bolívares en un hotelito para pasar lo noche, no tenía donde quedarme y la ciudad es muy peligrosa".
Sin embargo su situación empeoró cuando preguntó al personal forense por el mayor de sus siete hijos, y le dijeron que lo habían enterrado en una fosa común en horas del medio día del martes. "Me explicaron que no podían tener el cuerpo más de 48 horas en la morgue, y como nadie vino a reconocerlo se lo llevaron en una bolsa negra".
Triste comentó que no tenía posibilidades de llevarse el cuerpo a su tierra porque el Ministerio Público ya salió de vacaciones y era necesaria una orden de exhumación.
La dama recordó que su hijo se inició en la delincuencia en Caracas, ciudad donde llegaron a vivir cuando él era adolescente. "Me metí con un hombre y nos mudamos a Caracas, allí comenzó la mala junta, y una noche se metió en tremendo lío, entre cuatro muchachos mataron a otro joven en una riña. Mi hijo no delató a sus compinches y sólo a él lo encarcelaron".
Después de la aprehensión lo enviaron a la cárcel de Ocumare, pero poco después comenzaron a rotarlo por varios penales, todos lejanos a su residencia. "Yo hice una lista con los penales que me quedaban cerca, y pedía que lo trasladaran a cualquiera de ellos, pero no tuve la dicha. La última vez que lo ví fue hace un año, que pude reunir el dinero para viajar y verlo. Cuando un hijio está preso se necesita mucho dinero, para enviarle comida, tarjetas de teléfono y viajar a verlo si es necesario".
Después de Ocumare, al joven lo trasladaron a La Planta, Tocorón, Barinas y Sabaneta, donde murió finalmente. La víctima cumpliría en Enero dos años presos.