Antes de ponerse al frente del grupo con la obra “Va Pensiero”, de Giussepe Verdi, Domingo recordó un programa similar que hubo en Venezuela del del cual surgieron 350 mil músicos, que “seguramente no hubieran sabido qué hacer” de no ser por el maestro Abreu, y confió en que en Acapulco tomen el ejemplo.
“Me da una alegría tremenda porque además tengo una gran memoria de esta ciudad (…). Espero que ese sistema de Venezuela funcione aquí y en todo México, que sea el ejemplo para todos estos niños, que sean grandes músicos y que estén orgullosos de haber empezado aquí en el Puerto de Acapulco una gran carrera”.
Durante el recital, que duró algo más de dos horas y media, Plácido Domingo vestido de traje blanco, estuvo acompañado por la Filarmónica de Acapulco, el director Eugene Kohn y la soprano puertorriqueña Ana María Martínez.
También compartió escenario con su hijo, Plácido Domingo junior, quien tras desear “feliz año por adelantado” y agradecer a su padre “la oportunidad” de estar en el escenario, interpretó primero en solitario el bolero “Sabor a mí” y, posteriormente junto a su progenitor, “What a wonderful world”.