Es mejor evitar una enfermedad que tratarla. Una de las formas más efectivas de hacerlo son las vacunas.
La inmunización solo deja beneficios. Brinda protección durante la infancia, aunque los bebés ya poseen un sistema de defensa innato que se refuerza con la lactancia materna, es considerada imprescindible en el control de salud.
Pero en la etapa adolescente y adulta, esto pasa a segundo plano y se olvida la importancia de aplicarse las dosis.
Elena Sotillo, directora farmaceútica de Locatel, detalla que las vacunas ayudan a fortalecer la generación de anticuerpos.
El efecto de “blindaje” que proveen los antígenos (componentes de las vacunas) puede durar toda la vida, siempre que la persona se preocupe por retomar y atender el esquema de vacunación.
Los niños son los pacientes mejor supervisados a la hora de vacunarse, por ello es importante recalcar la importancia de la revacunación en adolescentes y adultos.
Tiempo de inmunización
Las vacunas tienen su tiempo de efectividad, pues la inmunidad que generan puede adquirirse de dos maneras. La primera, es de forma natural por consecuencia de la propia enfermedad o con la ayuda de la vacuna.
“Si alguien de pequeño tuvo lechina, no la presentará por el resto de tu vida”.
En el caso que sean fabricadas provienen de los gérmenes o bacterias que causan la enfermedad y al evolucionar haciéndose más resistente a los tratamientos es necesaria la revacunación.
“Si el mismo pacientes se vacunó contra la lechina, es probable, que deba realizarse la revacunación dentro de diez años”.
Posibles efectos secundarios
En ocasiones producen reacciones alérgicas como enrojecimiento leve y dolor en el lugar de la inyección, fiebre o dolores musculares.