Epecuén fue una vez un pequeño y bullicioso complejo junto al lago donde 1.500 personas atendían a casi 20 mil turistas al año, quienes podían relajarse en los balnearios de agua salada del pueblo.
El lago de agua salada era particularmente atractivo porque tenía 10 veces más sal que el océano, lo que aumentaba la flotabilidad en el agua, cosa que disfrutaban los turistas.
El 10 de noviembre de 1985, una fuerte tormenta seguida de una serie de inviernos húmedos causó el desbordamiento del lago. El agua rebasó los muros de contención y comenzó a cubrir las calles de Epecuén. La gente evacuó el pueblo con lo que pudo y, en cuestión de días, sus casas estaban sumergidas dentro de unos 10 metros de la corrosiva agua salada.
Ahora, el agua ha comenzado a retroceder, exponiendo lo que parece ser una escena de una película sobre el fin del mundo. El pueblo no ha sido reconstruido, pero se ha convertido nuevamente en un destino turístico, ya que muchas personas están dispuestas a manejar por lo menos unas seis horas desde Buenos aires para llegar ahí y ver las ruinas de lo que una vez fue un complejo paradisíaco.
La gente ha llegado para ver los cascos oxidados de automóviles y muebles, casas desmoronadas y electrodomésticos rotos. Suben escaleras que conducen a ningún lado, y pasean por un cementerio donde el agua derribó las lápidas y expuso las tumbas al desastre que causó el hundimiento.
Epecuén se ha convertido en un escenario post-apocalíptico que captura un momento traumático de la historia argentina.
Pablo Novak, de 82 años, se rehusó a irse del pueblo y vive al borde de él, dándole la bienvenida a las personas que se interesan por visitar el desdeñoso lugar.
Quien sea que pase por aquí, no puede irse sin visitar primero, dijo Novak. Esto está atrayendo a más curiosos que desean ver las ruinas.
No solo tenemos Epecuén con las ruinas y su belleza natural, pero también podemos aumentar la oferta con otras alternativas, dijo Javier Andrés, director local de turismo.
Muchos residentes de Epecuén se fueron a Carhue, otro pueblo cercano al lago, y construyeron nuevos hoteles y balnearios.
DC/AP