La semana pasada cuando visité en el Rectorado de La Universidad del Zulia a los jóvenes que allí se mantienen en ayuno permanente, dije que un país no puede mantenerse a punta de huelga de hambre.No podemos llegar a esos extremos.
El Gobierno anunció que había llegado a un acuerdo, pero esto no fue así, porque la propuesta hecha al sector universitario sigue siendo pírrica. Según la tabla de ajustes publicada en la página del Ministerio de Educación Universitaria un profesor en la escala más baja (instructor) terminará ganando en enero de 2014 Bs. 6.568, mientras que el docente titular a dedicación exclusiva para la misma fecha devengaría un sueldo de Bs. 15.297.
Aún con esos incrementos, los docentes universitarios venezolanos están muy por debajo de naciones con igual cantidad de ingresos. Un maestro, un educador, debe ser de los mejor pagados, porque son ellos los formadores del futuro que puede tener un país. Por eso me atrevo a plantear que en las universidades debe haber hambre cero.
El tema universitario no solamente es el tema salarial, sino presupuestario y que engloba a la investigación y providencias estudiantiles, entre otros. Profesores, estudiantes, empleados y obreros, están luchando por justas reivindicaciones y no podemos dejarlos solos en esta lucha.
Esto no es un hecho aislado, sino que forma parte de una vieja estrategia del Chavismo para asfixiar, paralizar y desprestigiar a las universidades autónomas. Como nunca pudo poner sus autoridades y a su dirigencia estudiantil, ideó la creación de un sistema paralelo de educación superior (UBV, UNEFA y otras) a las cuales les dan suficientes recursos, mientras que a las rebeldes universidades históricas entregan migajas.
Sin un presupuesto justo las universidades no pueden mantener su infraestructura, elevar los beneficios estudiantes, promover la extensión y apuntalar la investigación. El Gobierno juega a acorralar la autonomía universitaria, porque ésta es fuente de discusión, diversidad y pluralidad.
Sin un salario justo los profesores no pueden seguir incrementando sus méritos a través de estudios de post grado y doctorado, no tienen como investigar y ni siquiera sus ingresos les permiten comprar un libro periódicamente. Sus menguados salarios a duras penas alcanzan para satisfacer un porcentaje no muy grande de sus necesidades básicas.
Las universidades son sinónimo de discusión, conocimiento y rebeldía; por eso el Gobierno persiste en su idea de disminuirlas y mantenerlas en un permanente conflicto. Una universidad cerrada es una gran pérdida para el país.
En mi caso, LUZ representa para mí una segunda casa. Allí nos formamos mis padres, tíos y hermanos. Ahí nos entregamos a la academia, al deporte y a la vida política. Yo me gradué de abogado y me formé como luchador social.
Queremos seguir sintiéndonos orgullosos de nuestras universidades y sus egresados que son reconocidos mundialmente: médicos, abogados, economistas, ingenieros, educadores, entre otros.
Los países se desarrollan no sólo bajando los niveles de pobreza y combatiendo el hambre, sino también invirtiendo en conocimiento. Tenemos que apalancar el talento para que se quede en Venezuela y evitar que emigre a otras naciones.
Hoy lamento mucho que aquellos que levantaban su voz para exigir justicia en sus tiempos como estudiantes, hoy callan olvidando su pasado. La historia les cobrará en su momento este acto de cobardía. Quien le pega a su familia se arruina.