Andreas Wismeijer y Marcel van Assen, investigadores de la Universidad de Tilburg en los Países Bajos, las personas participantes en su estudio que utilizan látigos, cadenas y otros juguetes en su vida sexual, obtuvieron mejores resultados en algunos indicadores de salud mental que aquellos que dijeron no utilizar ninguna de estas «herramientas».
Fueron 902 individuos que practicaban «sexo extremo» los examinados durante el citado estudio y unas 402 personas que tienen sexo más convencional.
Los participantes debieron contestar un cuestionario sobre su personalidad, su capacidad de manejar el rechazo, el estilo de apego en las relaciones y su bienestar en general, entre otros. Y los resultados fueron definitivamente interesantes, pues los puntajes más altos se los llevaron las personas que desempeñan el papel «dominante» entre los practicantes del BDSM.
Otra de las conclusiones finales fue que aquellos que practican sexo rudo, suelen ser personas con menos neurosis, más abiertos, conscientes y sensibles al rechazo, además son más seguros en sus relaciones y en general, gozan de mayor bienestar emocional que las personas con practicas sexuales más convencionales.
Wismeijer concluyó que los resultados reflejan que este sector de personas son más comunicativos y conscientes de sus deseos sexuales, o también porque han llevado a cabo un «trabajo psicológico duro», para aceptas sus necesidades sexuales, a pesar de los convencionalismos sociales.
DC/SDP