El avión movido únicamente por energía solar, de la empresa suiza Solar Impulse, consiguió completar su recorrido de costa a costa de Estados Unidos sin gastar una gota de combustible.
«Lo que hace unos años era un sueño y durante los últimos días ha sido una realidad, es ahora historia», expresó triunfal uno de sus pilotos, André Borschberg, en rueda de prensa en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York, donde aterrizaron el sábado por la noche después de tardar más de 18 horas en llegar desde Washington.
Su idea y la del otro piloto, Bertrand Piccard, era sobrevolar la Estatua de la Libertad como guinda de su gesta, pero un problema técnico en el ala izquierda precipitó el aterrizaje del avión de 63 metros de envergadura (la misma que un jumbo), aunque solo 1.600 kilogramos de peso gracias a su estructura de fibra de carbono.
En sus alas, el secreto del milagro: 12.000 células fotovoltaicas que, a través de siete acumuladores, hacen posible que el avión pueda volar tanto de día como de noche solo con el impulso de una energía renovable, la solar.
Este hito aeronáutico empezó en San Francisco (California) el 3 de mayo, pasando después por Phoenix (Arizona), Dallas (Texas), San Luis (Misuri) y Washington DC, donde el fuerte viento también les obligó a aterrizar previamente en Cincinnati (Ohio).
Finalmente, los dos pilotos podían celebrar que su meta, Nueva York, había sido alcanzada. «Qué mejor lugar para aterrizar el avión que nunca duerme que en la ciudad que nunca duerme», aseguró Piccard, también doctor en psiquiatría y último escalón de una familia de pioneros de la aeronáutica.
«Simplemente queremos mandar a la gente un mensaje de que toda la tecnología puede destinarse a crear un mundo más limpio. El siglo XX fue el que el hombre conquistó el mundo. Ahora, en el XXI, nos toca mejorar nuestra calidad de vida», concluyó Piccard.
Texto y Foto: EFE