Para dar respuesta a muchas de las acusaciones que el presidente de la república, Nicolás Maduro ha hecho en su contra, el periodista, Nelson Bocaranda escribió hoy una carta abierta donde le aclara varios puntos especialmente sobre como obtiene su información calificada. MI PRESIDENTE MADURO…
Por segunda vez usted me acusa públicamente de tener vínculos e intereses con un gobierno extranjero. La primera vez, desde la lejana Italia, en junio de este año, frente a los grupos comunistas italianos. Ahora, la semana pasada, en relación a su deseado, costoso y frustrado viaje a las Naciones Unidas. Jamás, mi presidente Maduro, jamás en toda mi vida, he sentido, ha pasado por mi mente y mucho menos he obrado en contra de mi amado país.
Venezuela me ha dado todo lo que he deseado: una bella familia, un orgullo de profesión, una tierra que me hace sentir en paz para los grandes detalles de una modesta y sencilla manera de llevar la vida. No necesito más. Con su reiterada acusación, mi presidente Maduro, se nota que desconoce absolutamente la esencia de mi oficio o profesión: buscar, buscar hasta el agotamiento, la noticia, los hechos, la verdad.
Ocurre que tanto su Gobierno como el que usted de manera impredecible heredó, se caracterizan por tener como dogma la opacidad, el ocultamiento, el oscurantismo, la transferencia de responsabilidades, la no rendición de cuentas públicas.
Y eso, mi presidente Maduro, es justamente lo que alimenta la razón y el actuar de todo verdadero periodista. El hecho de que tenga fuentes fidedignas en las estructuras de poder de lo que usted y sus seguidores denominan “el imperio mesmo” no significa que yo sea un tarifado o empleado del sistema norteamericano.
De ser así, también debería usted, mi presidente Maduro, acusarme de chavista, pues actualmente mis mejores fuentes están ubicadas en esa tendencia política, dentro y fuera del país. Con esa manera de pensar, también, entonces, debería ser acusado de colombiano, ruso, cubano, árabe, argentino, brasileño, francés y chino, pues mi agenda de periodista contempla y está blindada de fuentes civiles, militares, eclesiásticas, diplomáticas, radicales, conciliadoras de esos y otros países y naciones. Pero, nada de eso.
Soy un simple periodista venezolano, quien tiene que trabajar todos los días para cumplir sus obligaciones. Mi presidente Maduro, búsquese otro entorno de asesores y aduladores menos chismosos, pero mejores profesionales, que le digan la verdad. Las verdades sobre el fondo de pensión de los trabajadores de PDVSA, los seguros de la refinería de Paraguaná, las obras en Fuerte Tiuna, la compra de equipos militares en Rusia, las inversiones en el sector eléctrico, sobre Cadivi, los bonos de la Nación, los guisos del Fonden y del Fondo Chino, entre otros temas. Mire que no cito el del narcotráfico apoyado por los hombres de uniforme pues sé que hasta allá no se puede llegar. Con esas verdades en la mano, expuestas públicamente al país, usted entrará en razón de que ni Nelson Bocaranda ni ningún periodista de este país entra en la categoría de traidor a la patria.
Con la excepción, por supuesto, del comunicador rojo que no fablistán Mario Silva, quien públicamente se auto confesó representante del gobierno cubano. No tengo una sola deuda pendiente con la justicia de mi país ni con la de ninguno otro. En consecuencia, una cosa es reconocerlo a usted públicamente como mi legítimo Presidente y otra mi compromiso con la libertad de expresión. Sigamos adelante, entonces, cada uno de los dos en lo suyo. Usted Presidente, Jefe de Gobierno, Jefe de Estado de todos los venezolanos, viajando, creyendo en la productividad de las comunas, iluminado por la eficiencia de las políticas económicas de Jorge Giordani, convencido de la honestidad del nuevo elenco cívico-militar boliburgues que llena los restaurantes del este de Caracas todas las noches, que yo seguiré como periodista a tiempo completo, comprometido con el deber y el derecho de informar veraz y oportunamente.
En el encuentro que necesariamente se dan esas dos visiones de país, siempre habrá grandes oportunidades para grandes noticias. Con todo gusto, mi presidente Maduro, quedo a la orden para un diálogo directo, personal y confidencial (¡preservando siempre la fuente..!) con usted sobre estos y otros temas noticiosos. Solo noticiosos, le repito, nada de conspiraciones, golpes de Estado, traiciones. Sobre estos últimos asuntos, no tengo ninguna experiencia ni ninguna vocación.
LA TEMERIDAD
La arremetida presidencial en mi contra estuvo cargada de falsedades y mentiras. Algo mucho mas normal en los discursos rojos de estos tiempos que en los tres lustros del fallecido caudillo. Maduro se indigna por la publicación de informaciones que no pueden desmentir. No hay que ser de la CIA, del Departamento de Estado, de la KGB ni del G2 para conseguir la lista de asistentes -de cualquier país- a la Asamblea General de las Naciones Unidas que se celebra en Nueva York desde hace 68 años.
Las listas con las visas permisadas de los viajeros, una vez que se aprueban en Washington y se envían a la ONU, ésta organización le envía copia a la Alcaldía de NY, a la policía de NY, a la misión estadounidense ante la ONU, al Servicio Secreto -que debe coordinar la seguridad de los presidentes, jefes de gobierno, primeros ministros o cancilleres- y a sus oficiales encargados de la seguridad de la sede. Por su parte, el State Department copia a otras oficinas gubernamentales entre ellas la DEA, la CIA, la NSA y a los fiscales, de un poder judicial independiente, que tengan alguna averiguación contra cualquier país cuyo mandatario asista. EEUU tiene amplia libertad para ofrecer la información si se sabe solicitar a través de los canales establecidos.
Recuerde que yo fui corresponsal allí por varios años. Dependiendo de la fuente privará o no el llamado “off the record” para que no revelar el origen. Los corresponsales acreditados ante la ONU -560 fijos y en temporadas de Asamblea General casi 2000- que integran 192 países saben que allí no hay secretos desde los tiempos de la Guerra Fría. Los temas se filtran, bien por el interés de la prensa, o de las propias misiones que quieren que algo se sepa. Ni en esta columna ni en mis otras tribunas, como www.runrun.es o la radio, “justifique las provocaciones contra mi que soy tú Presidente”. Tampoco me reúno con “la partida de bandidos de la derecha que están a tu alrededor”. Ni recibo “daticos de la embajada gringa”. Nunca pedí “que Maduro diga lo que pasó en Canadá” ni “justifiqué a la empresa Airbus”. Tampoco “pasé varios días pidiendo que utilizara el avión presidencial” ni “tenía calculado algo”.
Lo más grave de lo que me acusó: “trató de justificar un sabotaje calculado al avión presidencial venezolano”. Falso de toda falsedad. Le recomiendo: bote esos informantes y no coja tanto casquillo. Pídales que le den las pruebas de que yo soy empleado de la CIA. Por el bien del país que queremos ver surgir de esta diaria y agobiante calamidad…