Algunas veces hemos oído escuchar entre los fanáticos de este deporte, que la mejor defensa es un buen ataque, que no importa si el equipo rival nos mete ocho goles si nosotros le hacemos 9, que el fútbol es una cuestión de meter el balón a la red y no de evitar que lo hagan, y cualquier otro tipo de frases que engrandecen la función atacante del juego. Lo triste del asunto es que este tipo de percepciones están basadas en un fuerte idealismo que ha existido desde hace mucho, y el problema de los idealismos, es que la realidad muchas veces terminar contradiciéndoles. Esta no es la excepción.
La selección de Argentina es una de las mejores selecciones de la historia, con una cantidad innumerable de jugadores que han terminado formando parte del Olimpo futbolístico, y con grandes directores técnicos que han roto paradigmas bastantes sólidos. Sin embargo la que vemos hoy en día es una selección que parece estar viviendo de manera agridulce, la última generación que se ha formado desde las categorías menores, una generación donde solo destacan (muy por encima de otros equipos) los delanteros, y en donde su mediocampo y su defensa, vive uno de los peores momentos en su maravillosa historia.
Si hablamos de un combinado en el que vemos en los últimos cuartos de cancha, a jugadores como Lionel Messi, Gonzalo Higuain, Sergio Agüero, o Ángel Di María (pueden hasta darse el lujo de prescindir de otro monstruo como Carlos Tevez) automáticamente diríamos que hablamos de un equipo destinado a ser campeón del torneo que juegue si o si, pero desafortunadamente esta percepción se oscurece el verla de mitad de campo para atrás.
Y es que resulta insólito como un país que ha dado a figuras de la talla de Diego Armando Maradona, Oscar Ruggeri, Fernando Redondo o el Ratón Ayala, viva una actualidad donde sus jugadores en dichas posiciones, no sean ni siquiera de los mejores del mundo en sus respectivos puestos. Pero lo extraño, es que los que se antojan como los mejores en algunas de esas posiciones, no hayan sido convocados por el director técnico Alejandro Sabella. Como lo es el caso del arquero Willy Caballero, y volante defensivo Esteban Cambiasso.
Estas cuestionables decisiones de Sabella, lo obligan a tener que crear una solidez defensiva sin figuras que la facilitarían, confiando ciegamente en jugadores que nunca han hecho de esta selección un combinado confiable en esta parte del juego. Y con un Messi que ha disputado la peor temporada que se le recuerda, la Argentina tendrá muy difícil repetir los éxitos del 78 y el 86, ya que si existe un hecho indiscutible en el fútbol, es que teniendo los jugadores que tenga el rival, siempre será más fácil detener un gran ataque, que penetrar una férrea defensa.
Sin embargo, considerando el marcado gen de competitividad que lleva en la sangre el futbolista argentino, no se antoja imposible que estos jugadores de mitad de campo para atrás puedan convertir la retaguardia albiceleste en un muro. De hacerlo, teniendo los dioses que tienen adelante, serán por tercera en su historia campeones del mundo. Así de fácil.
Fortalezas: La mejor delantera entre todas las selecciones que competirán en este mundial.
Defensa: Un medio campo endeble, y una defensa fácilmente penetrable.
Luis Orozco/DC/@diariocontraste