Pareciera que desde el mundial de Sudáfrica 2010 hasta la actualidad han pasado mucho mas de 4 años, al menos para Brasil, considerando el efecto psicológico que significa el ver a dicha selección mucho menos que a las demás (recordemos que no debieron jugar eliminatorias), las diferentes competiciones que ha disputado, y el ocaso de muchos jugadores que han vestido la camiseta en estos años.
Si existiese un denominador común en el tiempo que ha transcurrido desde la eliminación ante Holanda hasta la actualidad, es la confianza que han presentado los directivos y la mayoría de los entrenadores del fútbol brasileño, a la anacrónica filosofía resultadista, que nada tiene que ver con el ADN futbolero del “scratch”, pero que les ha dado dos de los últimos cinco mundiales (mas una final perdida en extrañas circunstancias)
La muestra de dicha confianza se evidencia en la elección de los directores técnicos luego del fracaso de Dunga, comenzando con Mano Menezes, y culminando con Luis Felipe Scolari, quienes vienen de la escuela de Luis Alberto Parreira (quien es ahora asistente técnico de “Felipao”) la cual fue la que cambió el paradigma en Brasil, al pasar del recordadísimo “Jogo Bonito” al juego efectivo, que vemos en la actualidad.
Lo cierto es que la selección “canarinha”, en medio de un largo periodo de transición que parece estar llegando a su punto esperado, llega el mundial con la terrible presión que representa, la obligación de quedar campeones en un torneo donde el mínimo error, o la falta de suerte, puede dejarte fuera en cuestiones de segundos.
Encomendados a la magia de Neymar, la solidez de Paulinho, y el liderazgo de Thiago Silva, Brasil se antoja como la máxima candidata a llevarse el título, teniendo como fuertes factores, el orden colectivo, su ultimo antecedente en Copa Confedereciones (despedazando a España en la final) y la experiencia de su técnico Luis Felipe Scolari en estas competiciones.
El país amazónico no soportará nuevamente un desenlace como el ocurrido en su último mundial organizado, hecho que significará un arma de doble filo para el combinado que los representa, ya que si bien la localía siempre favorece, tanta presión puede jugar en contra. El rival a vencer para el “scratch”, será precisamente su condición de local, considerando que cualquier desenlace que no sea recorrer las calles de Rio de Janeiro con la copa entre sus manos, será considerado un fracaso rotundo.
Fortalezas: Un sólido mediocampo, y la mejor defensa entre todas las selecciones que jugaran el mundial, teniendo como línea de cuatro a Dani Alves, Thiago Silva, David Luiz, y Marcelo
Debilidades: La tensión que representa tanta exigencia por parte de su público, y la falta de un arquero y un delantero de garantías, teniendo como titulares en dichas posiciones a un disminuido Julio Cesar, y un Fred que nada tiene que ver con los grandes delanteros de la actualidad, y los que históricamente ha tenido Brasil.
Luis Orozco/@DiarioContraste