Los balones, cada uno con dos metros de diámetro, fueron fijados en la arena de la playa más famosa de Brasil, alrededor de una improvisada construcción de madera simbolizando un tugurio y justo al frente del Copacabana Palace, uno de los hoteles más exclusivos de Río de Janeiro.
«Un Mundial en un país de miseria financiado con dinero público es un problema moral», decía el letrero que podía leerse en el montaje tanto en portugués como en inglés.
La llamativa protesta fue ideada por la organización no gubernamental Río da Paz, que ya había exhibido los mismos balones la semana pasada en la céntrica Explanada de los Ministerios, que concentra a todos los edificios del poder público en Brasilia.