Cuando la selección ibérica derrotó a los holandeses en la final de Sudáfrica, se sabía que estos últimos vivirían con un dolor en el alma que solo podría ser aliviado si no con un mundial, al menos derrotando a quien se los hizo sufrir, a los artífices de su adversidad. Hoy se enfrentaban (esta vez en Brasil) dos selecciones con diferentes realidades, ya que si España solo veía en Holanda a un rival al cual vencer para sumar tres puntos, los dirigidos por Louis Van Gaal veían a los españoles con sangre en la mirada, con la intención de aplastarlos, destruirlos, violentarlos, de ver sus pedazos desmembrados en el campo de batalla.
Ya en el túnel de vestuarios los tulipanes disimularían su sed de venganza saludando amablemente a sus rivales, a sabiendas de que contaban con la ventaja de no ser favoritos, y de que los ojos del mundo estarían sobre la roja (hoy uniformada de blanco), una de las máximas candidatas para llevarse el certamen mundialista. Las tropas salían al verde césped de la Arena Fonte Nova, y luego de sonar los himnos y armarse en el terreno de juego, el árbitro Nicola Rizzoli daría inicio a un partido que resultó ser una masacre no apta para menores de edad.
Los primeros minutos nos hicieron testigos de una España que desplegó el juego que todos conocen, el que los ha hecho la mejor selección del mundo en los últimos años, y el que ha desintegrado a tantos rivales, mientras que Holanda presentaba una alineación teóricamente defensiva, en la que sus atacantes eran conocidos por todos y sus defensores por expertos, por lo que su rendimiento resultaba una incógnita que solo el correr del tiempo se encargaría de aclarar.
El tiki taka de los últimos campeones del mundo empezaba a causar el efecto hipnotizador en los contrarios, moviéndose de manera torpe detrás del eterno intercambio de pases del rival, entorpeciéndolo solamente a golpe de juego brusco. Sin embargo, la fiesta del toqueteo se terminaría bruscamente cuando tras recuperar el balón los holandeses, lanzarían un pase enfurecido al centrocampista Wesley Sneijder, quien mano a mano ante Iker Casillas perdería el duelo al sacar el arquero del Real Madrid, una mano salvadora que evitaba el estreno en el marcador. Era el primer aviso de lo que vendría.
Para bien o para mal, esto último no inmutó a los dirigidos por Vicente Del Bosque, y continuaron hilvanando eternas jugadas en las que su finalización siempre encontraba al delantero hispano-brasileño Diego Costa en posición de disparo. Fue así como en una de esas, regatearía con maestría a un defensor holandés dentro del área, y esté le haría un penalti que materializaría Xabi Alonso para poner el uno a cero.
Con el partido viéndose de cara para los españoles, estos conseguirían crear otra manifiesta ocasión de gol, tras un mano a mano del canario David Silva ante el guardameta Cillesen, quien al adivinar su intento de vaselina, estiraría los brazos para enviar el balón a tiro de esquina. Esta jugada fue la gota que derramó el vaso para los subcampeones del mundo, y de aquí en adelante empezaría la carnicería.
Todo comenzó cuando apenas un minuto antes de acabar la primera mitad, la pelota cae en los pies del lateral izquierdo Blind, quien al ver a RobinVan Persie rompiendo violentamente la espalda de los centrales, lanza un magnifico centro que el delantero del Manchester United, al notar que Casillas estaba un poco fuera del arco, cabecearía volando por los aires para clavar el balón fuera del alcance del guardameta del Real Madrid.
La espectacularidad de la jugada no fue solamente lo descrito, sino que fue ejecutada con una velocidad imposible de creer. Segundos más tarde finalizaban los primeros 45 minutos. Era la primera puñalada de una Holanda sedienta de sangre.
Violenta Vendetta
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Los prolegómenos del segundo tiempo se vieron envueltos en el gol del empate que aun rondaba por la cabeza de todo el público, tanto por su genialidad como por el golpe psicológico que podía generar en un equipo no tan acostumbrado a recibir goles ni a ser dominados.
Cuando Rizzoli decretó el inicio de la segunda parte con su silbato, la furia no desaparecería del cuerpo de los holandeses, quienes desde el primer segundo buscaron agrandar la herida que habían originado con la igualdad, presionando cada carrera, cada pase, y cada respiro del rival, con un Arjen Robben que parecía dispuesto a enmendar los dos fallos que tuvo la última vez que se enfrentó al conjunto ibérico.
El primer capítulo de la redención se produjo al minuto 53 cuando el extremo zurdo del Bayern Munich, tras bajar con el pecho un centro enviado desde la izquierda, destrozaría la cadera de Gerard Piqué con un grandioso enganche, para disparar al medio del arco y colocar el dos a uno en el luminoso. El tiburón acababa de oler la sangre.
Considerando que el sistema aplicado para este partido por el técnico Louis Van Gaal, resultaba teóricamente conservador, el gol de Robben era como una bendición para sus intenciones, por tener el partido en el escenario que deseaba: ganando, y con un planteamiento que se prestaba para contraatacar los enviones de España.
Así fue como el golpe mortal se empezaría a gestar desde que Del Bosque, en búsqueda apresurada del empate, saca del campo a Xabi Alonso y a un pitado Diego Costa, por Pedrito y Fernando Torres, dejando muchos más espacios atrás y una contención en la que solamente el frágil Busquets debía detener las galopadas de furiosos búfalos, entre los cuales Robben y Van Persie destripaban los resquicios que dejaba una España confundida, adolorida, traumatizada.
Lo que parecía darse ocurrió en el minuto 64 cuando tras la ejecución de un balón parado, el defensor De Vrij aprovechaba una pésima salida de Casillas (el cual sufrió falta de Van Persie en la jugada) para dar el golpe mortal y dejar en la lona, herida y ensangrentada a la escuadra española.
En ese punto el partido ya había acabado, Holanda ya había derrotado a quienes los dejaron sin mundial hace cuatro años, la deuda se había saldado. Sin embargo, aun cuando España era un moribundo que ya nada tenía que hacer, los tulipanes se convirtieron en despiadadas aves de presa.
Esto último se manifiesta tras ver a los de Del Bosque perdidos en la cancha, sin representar ningún peligro para sus rivales, hilvanando pases inefectivos que no hacían ningún tipo de cosquillas. Los ibéricos se veían tendidos en el suelo deseando morir sin dolor, esperando que el partido terminara. Sin embargo, en el cielo de Salvador de Bahía, las aves de rapiña holandesas empezaban a realizar el aterrorizante vuelo circular para alimentarse salvajemente de su presa, desgarrando su carne con las garras de Robben, y devorando su humanidad con el pico de Van Persie.
Y es que llegaría un cuarto gol, luego de que Casillas cometiera el fallo más estrepitoso de su larga y exitosa carrera, tras recibir un sencillo pase en el minuto 73, controlarlo mal y dejarlo a los pies del mayor goleador en la historia de la selección naranja (hoy vestida de azul). Este no desaprovecharía la ocasión para hacer gritar de sufrimiento y horror a quienes se lo hicieron hace 1460 días.
De hecho, se notaba el placer en su rostro.
Vale señalar que si bien el capitán español tuvo responsabilidad en dos goles, nadie debe olvidar que también la tuvo en el mundial y las dos eurocopas que ha ganado su equipo.
Descubriendo el disfrute que sentía Holanda al despedazar a su rival, marcarían el quinto tanto tras un violentísimo golpe de garra de Robben, tras destruir a Sergio Ramos por velocidad, regatear hasta dejar gateando a Iker, e incrustando la pelota en el ángulo. Era la parte de final de su redención, luego de haber sido señalado como el culpable de la derrota en Sudáfrica.
Luego de que el campo de batalla se viera adornado de forma macabra con los pedazos ensangrentados de los españoles, finalizaría un partido que ninguno de los dos equipos olvidarán fácilmente, y es que las aves de presa (perdón, los tulipanes) se consagran como uno de los equipos a vencer en esta competición, mientras que la roja tendrá que sufrir lo indecible para poder clasificar a la siguiente ronda.
Ya con su venganza lograda, falta por ver si la sed de sangre demostrada hoy por los holandeses continuará en lo que queda de mundial, o si solo fue una ferocidad de un día, mientras que lo poco que quedó de España, intentará rearmar su cuerpo desmembrado para hacerle frente a una Chile que suele ser casi (o tan animal) como Holanda.
Solo un equipo de esta talla puede lograrlo, aunque visto el ultraje y la violencia sufrida, se antoja demasiado complicado. Las inimaginables heridas que suelen dejar los depredadores en estado de furia, suelen ser casi imposibles de sanar.
Luis Orozco/DC/@diariocontraste/@luisfran1