En diferentes pasajes de la literatura y el cine, sus autores y directores suelen reducir la trama en el dilema moral de cómo alguien puede conseguir sus objetivos en la vida. Por una parte está el héroe de la película, que se negará rotundamente a traicionar sus principios o violentar contra alguien para lograr su meta, por el otro, encontramos al villano que no lo pensará dos veces para ordenar las cosas y cumplir su cometido, siguiendo la retórica de que el fin justifica los medios.Si el futbol fuese una película, o una novela de Ernesto Sábato, indudablemente Italia sería el frio Fernando Vidal Olmos, o el maquiavélico Vito Corleone.
Al igual que la máxima figura de la saga “El Padrino” la selección italiana se ha caracterizado a lo largo de su historia por alcanzar sus objetivos sin importar las formas, transformándose en una escuadra que nunca se ha preocupado por enamorar con su juego, y donde solo el triunfo significa satisfacción. Su método ha consistido toda la vida en una forma bélica y ajedrecista de ver el fútbol, materializado en un (casi) infalible sistema en el que prima la solidez defensiva, y la espera a la equivocación del rival.
Este planteamiento les ha hecho ganar cuatro mundiales, y el rechazo del mundo balompédico, al repudiar la vistosidad de su propuesta de juego. Lo cierto es que a los italianos nunca les importo lo segundo, y consiguieron en su catenaccio (nombre que usaron para denominar su sistema futbolístico) una especie de evangelio que seguirían con religiosidad.
Vale señalar que para entender la inescrupulosa manera de percibir este deporte por parte de Italia, tendríamos que viajar a sus escuelas de fútbol y conocer las realidades que viven allí los niños y los jóvenes. Y es que resulta sorprendente cómo a diferencia de las demás, estas academias no desarrollan la mayor parte de sus “horas de clase” en prácticas con balón, sino mas bien en la enseñanza de estrategias de juego, lo que significa que el tiempo que se emplea para lo anterior, se realiza solo para cristalizar futbolísticamente lo que se había explicado en la pizarra. Todo esto nos explica porqué el jugador italiano suele ser más rígido que anárquico.
La actualidad nos muestra una selección que ha intentado alejarse de su eterno evangelio, para utilizarlo solamente en situaciones donde la circunstancia sea de vida o muerte, o cuando el análisis previo indica que al rival solo puede ser derrotarlo de esta forma. La persona que ha encabezado este cambio se le conoce como Cesare Prandelli, y lo que ha logrado hasta los momentos con su equipo, ha sido más que interesante.
Esta escuadra tiene la ventaja y desventaja de tener como cerebro y corazón a la figura de Andrea Pirlo, quien estando en sus últimos años de carrera y no tener las mismas condiciones de antes, se ha convertido en el objetivo principal de los equipos contrarios, ante lo cual Prandelli lo ha blindado con tres leones que sacrificarían su vida, para resguardar la figura del sublime centrocampista de la Juventus. Italia como toda la vida, es candidata a llevarse el título, y al igual que siempre, para bien o para mal, sigue siendo el villano favorito del mundial.
Fortaleza: Orden total en todas sus líneas, y la experiencia de jugadores como Pirlo y Buffon.
Debilidades: Vulnerables a equipos ordenados, rápidos, y jugadores habilidosos.
Luis Orozco/@DiarioContraste