Lamento no decir nada nuevo, pero la humillante eliminación de la selección de España en esta copa del mundo, marca la inevitable muerte de una era que será recordada por la regularidad de la gloria, la consagración de jugadores que formarán parte del Olimpo futbolístico, y el triunfo de un estilo de juego que ha enmarcado el fútbol en la actualidad, más allá de los gustos.
Es cierto que el final es el desenlace obligatorio de todas las cosas, sin embargo hay quienes por su grandeza logran despedirse de manera elegante, otorgando a los testigos de su adiós, una imagen acorde a su gloriosa trayectoria. No fue así con la selección ibérica, quien se despidió de una forma lamentable, viéndose devorada y ultrajada futbolísticamente por dos selecciones a quienes había vencido en el mundial pasado, y quisieron cobrar venganza.
El peso de los años, los partidos acumulados, y la falta de hambre que genera el haberlo ganado todo, han sido algunas de las claves que han marcado el fin de la mejor selección española de todos los tiempos. Algunos consideran que su desvanecimiento se debe al mismo que ha sufrido el Barcelona en los últimos tiempos, asumiendo que el combinado español es una extensión de la escuadra blaugrana, lo cual no es completamente así, pero sí un 60%.
Recordemos que primero fue la España del 2008 que el Barça del sexteto, fue Pep Guardiola quien adapto para el conjunto catalán el estilo que construyó Luis Aragonés a su equipo, y no al revés como por alguna extraña razón indican algunas personas.
Lo que parece claro es que a pesar de que existen jugadores cuya edad les permitirá continuar en la selección, para convertirse en los lideres en el campo y el vestuario, gran parte de la columna vertebral (Casillas, Xavi, Iniesta, Alonso, Torres, Villa) llega al final de su ciclo, obligando a España a tener que sufrir una transición que puede tardar en consagrarse dentro del combinado nacional.
La nueva generación
Desde hace algunos años para acá la cantera española ha creado jugadores que encajan perfectamente en el sistema de juego instaurado desde la Eurocopa de Austria y Suiza, buscando que la muerte de la generación dorada no los sorprendiese, y así poder tomar el relevo sin mayores traumas.
Jugadores como Thiago Alcántara, Jesé Rodríguez, Isco, o Iker Muniain, parecen diseñados para jugar exclusivamente en un sistema de juego en el que impere la posesión de balón y la “verticalidad horizontal”, detalles que caracterizan a la España campeona del mundo y bicampeona de Europa.
Y es que el trabajo que se ha hecho con la selección sub 21 ha sido impresionante, de la mano de Julen Lopetegui los ibéricos han sabido adoptar en sus categorías inferiores el estilo desplegado por la mayor, notándose cómodos en el, e incluso llegando a ser casi tan decisivos como la absoluta, al hacerse con los dos últimas eurocopas juveniles.
Sin embargo, al no ser ninguno de estos jóvenes una estrella consolidada en el día de hoy, y sin contar los diferentes e indescifrables caminos que traen los proyectos a largo plazo, no puede confiarse ni mucho menos en que esta camada de nuevos futbolistas españoles puedan terminar materializando todas las sensaciones y perspectivas que se tienen sobre ellos.
Incluso, siempre existe la terrible posibilidad de que estos grandes talentos solo queden en promesa por una u otra razón, como lo ha sido el caso de sonados jugadores como Sergio Canales, Diego Capel o José Antonio Reyes, futbolistas de los cuales se esperaba que fuesen los máximos referentes del combinado nacional, y terminaron difuminándose en el nebuloso camino que lleva a la gloria.
Lo de España parece un caso muy parecido al vivido por Francia en el 2002, al quedar eliminados del mundial asiático en primera ronda, y con el ocaso de algunos de los pilares que los habían llevado a ser campeones del mundo cuatro años antes, dando así inicio a un combinado donde compaginaba la experiencia de quienes formaron de aquella selección, con las grandes estrellas juveniles (que las tenían) que iban emergiendo. Todo resultó en un estrepitoso fracaso que se ha venido alargando hasta la actualidad.
Lo cierto es que la generación de relevo de los últimos campeones del mundo cuenta con el talento suficiente como para reemplazar a quienes se retiraran, incluso la ya lograda adaptación a un sistema en el que prima la calidad técnica, la visión de juego y el orden posicional.
El gran detalle está en que todos estos jugadores que serán los encargados de hacer olvidar a los inolvidables tendrán un rival al que simplemente les será imposible vencer, y no es más que el peso que esta generación dorada a la cual le llega su ocaso, dejará sobre en los hombros de la nueva, condenándola a ser siempre comparada con la anterior, y a la decepción constante al no poder repetir los increíbles logros de sus antecesores. El grave problema de ganarlo todo, es que para superar aquella gesta imposible, tienes que realizar otra de posibilidades aun menores.
Solo en el fútbol pueden verse este tipo de cosas.
Luis Orozco/DC/@diariocontraste/@luisfran1