Barack Obama y Vladimir Putin tuvieron otro incómodo encuentro el viernes, el más reciente capítulo en las difíciles relaciones entre el presidente estadounidense y su par ruso.
Esta vez el incidente contó con la participación de la reina Isabel II de Inglaterra, quien sirvió inesperadamente de cortina humana evitando un contacto físico entre los dos gobernantes.
Obama y Putin sostuvieron una breve conversación dentro del palacio francés que sirvió de sede para el almuerzo oficial. Fue la primera vez que se vieron en persona desde que estalló la crisis en Ucrania.
Sin embargo, ya antes del almuerzo era evidente la tensión entre los dos hombres: Obama parecía estar renuente a acercarse a Putin a pesar de que estaban a menos de un metro de distancia.
Obama sonreía al momento del retrato grupal de los líderes en la entrada del Chateau de Benouville. Se colocó en el lugar designado, al lado de la reina de Inglaterra, mientras saludaba o se estrechaba la mano con otros dirigentes.
Pero Obama evitó todo contacto con Putin cuando el líder ruso llegó y se colocó en su lugar, a poca distancia. Entre los dos hombres, haciendo casi de cortina humana, estaban no sólo la reina de Inglaterra sino también la reina Margarita II de Dinamarca y el presidente francés Francois Hollande.
Una vez concluida la sesión fotográfica, Obama permaneció hablando con la reina Isabel mientras Putin se acercó a Hollande antes de ir al almuerzo. Pero las dos parejas estaban una a espalda de la otra, y Obama estaba tan cerca de Putin que con facilidad hubiera podido tocarle el hombro.
En lugar de ello Obama siguió hablando con la monarca británica. Más de una vez caminó más lento, como a propósito para crear más distancia con Putin.
No hubo cobertura de prensa para la reunión entre Obama y Putin dentro del castillo, aunque fuentes oficiales dijeron que fue un encuentro informal. Sin embargo, ambos salieron pronto a la luz pública para el evento principal del día, la fastuosa ceremonia conmemorativa del Día D.
Mientras Obama y Putin se sentaban, las pantallas gigantes exhibieron sus imágenes una al lado de la otra. Putin se percató del detalle primero y ofreció una leve sonrisa.
Luego Obama lo vio y sonrió, dirigiendo la mirada hacia el líder ruso. La multitud estalló en risas.
Para Obama y Putin, el intenso escrutinio no es nada nuevo. Nunca ha habido gran amistad entre los dos hombres, y sus tensos encuentros han servido como símbolo de las agrias relaciones entre Estados Unidos y Rusia.
Agencia/DC/Luis Orozco/@diariocontraste