El periodista Alfredo Meza manifestó en su artículo de opinión en el diario El País de España, que el llamado a la reconciliación por parte de Nicolás Maduro con un sector crítico del chavismo, no sería más que un intento de disimular las fuertes fisuras que existen dentro de oficialismo, al argumentar que esto último lo hace con “llamamientos a la unidad de sus correligionarios”.
Aquí le dejamos el artículo completo.
El régimen intenta sellar las fisuras del chavismo en un congreso
El chavismo está lleno de fisuras, pero intenta disimularlas con llamamientos a la unidad de sus correligionarios. Desde hace una semana, el presidente Nicolás Maduro parece más conciliador con la crítica interna, hecha pública a partir de la salida del Gabinete del mentor intelectual de Hugo Chávez, Jorge Giordani, quizás porque no parece dispuesto a pagar el precio del cisma. En sus últimas declaraciones, el mandatario venezolano ha llamado a “pasar la página de las peleas”. “¡Ya, está bien! Ya nos dijimos todo lo que nos teníamos que decir. Ahora, la mano está extendida y el abrazo listo para dárselo a todos los compañeros que hicieron esto, que hicieron aquello”, dijo.
La discreción de Maduro es casi un calco de lo que solía hacer su antecesor en momentos especialmente críticos. Mientras tanto, la dirección nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) está recorriendo el país para intentar agrupar a todas las facciones en torno al liderazgo del jefe del Estado. No será este el momento de dirimir quién interpreta mejor el legado de Hugo Chávez, sino de cerrar filas con Maduro, la última voluntad del líder antes de morir en marzo de 2013. El chavismo es consciente de que una desbandada sería mortal para un Gobierno con una popularidad en caída libre.
El congreso del PSUV, que celebrará su debate plenario nacional entre el 26 y el 29 de julio en Caracas, es la oportunidad de ver cómo está compuesto el chavismo y cuáles son sus peleas intestinas. De la polémica surgida con la destitución de Giordani y la publicación de su carta pueden entreverse al menos dos grandes grupos. Por un lado, el ala militar desarrollista, encabezada por Diosdado Cabello, más partidaria de no establecer excesivas trabas a la participación del sector privado en el negocio petrolero y de relajar el estricto control de cambio de moneda. Por otro, la vieja guardia académica, representada por los profesores universitarios que conocieron a Chávez mientras estuvo en prisión entre 1992 y 1994, quienes formaban parte del Grupo Garibaldi, vinculado al Centro de Estudios para el Desarrollo (Cendas) de la Universidad Central de Venezuela. Las pugnas no son nuevas y se remontan a la campaña presidencial de 1998, la primera que ganó el líder bolivariano.
En este grupo están, además de Giordani, los ex ministros de Educación, Héctor Navarro, y de Medio Ambiente, Ana Elisa Osorio. Navarro fue apartado de la dirección nacional del PSUV por solidarizarse con Giordani. Las críticas formuladas por ellos coinciden con lo que han dicho otros dirigentes que no formaron parte de la formación inicial del Grupo Garibaldi, como el politólogo Nicmer Evans, la periodista Vanessa Davies, el exalcalde de Caracas Freddy Bernal y el exministro de Finanzas Rafael Isea.
El silencio de Maduro podría ser el anticipo de los cambios que vendrán en los próximos días. Existe la impresión entre los observadores de que el presidente busca limitar las parcelas de poder que han acumulado los grupos en pugna. Se ha mencionado insistentemente la salida de Rafael Ramírez, partidario de las asociaciones con las multinacionales para aumentar la producción de crudo, de la presidencia de Petróleos de Venezuela y su paso a la vicepresidencia de la República. Sería el primero en la línea de sucesión, pero perdería el cargo más importante de la economía venezolana, que ingresa 96 de cada 100 dólares que llegan a las arcas nacionales desde el exterior. Sería, pues, una manera de limitar la importancia política que está cobrando Ramírez como nuevo zar de la economía local. Estos movimientos dejarían fuera de juego al actual vicepresidente, Jorge Arreaza, yerno de Chávez, quien está vinculado a Giordani.
Alfredo Meza/El País