En pocos minutos comenzará la primera semifinal de la copa del mundo, la cual enfrentará a los combinados de Brasil y Alemania en un partido donde saldrá vencedor quien tenga más garra, y quien imponga más rápido su juego sobre el césped. Hablamos de dos selecciones completamente distintas, y que en sus respectivos sistemas de juego, son las mejores del torneo.
Por un lado, en la Mannschaft prima la tenencia del balón, una posesión que si bien ha terminado disminuyendo su potencia ofensiva, ha servido para manejar tranquilamente muchos partidos , sin la necesidad de ejercer un despliegue físico que se traduzca en cansancio, lo cual servirá mucho para este tramo final del torneo, donde los teutones han sufrido muy poco desgaste. Es el equipo que más tiempo ha mantenido la pelota en su poder entre todas las selecciones del mundial, con un 61,47%
Por otra parte, la canarinha se caracteriza por ser la que mayor “pressing” ejerce sobre los rivales, siendo el equipo con más faltas cometidas en el torneo con 96, una cifra que se corresponde con el hecho de que también son quienes más tarjetas amarillas han sufrido, con 10. El fútbol de los dirigidos por Luis Felipe Scolari prefiere ser atacado que tener ellos que hacerlo, ya que su sistema está diseñado para atacar principalmente a través de contragolpes.
Brasil: Las dos estrellas y sus reemplazos
A partir de los rasgos principales de ambas selecciones, podría pensarse acertadamente que Brasil tiene más posibilidades de pasar que Alemania, por ser el tipo de rival con los que se sienten más cómodos. Sin embargo este engranaje armado por Scolari ha tenido como piezas más importantes, a un Thiago Silva y un Neymar que no estarán el día de hoy.
El central del Psg y el delantero del Barcelona, no solo ejercían como capitán y figura, si no como los pilares que sostienen a un país con más de 200 millones de habitantes, a una selección pentacampeona del mundo. Y es que en el aspecto defensivo, Silva (quien solo se perderá este juego) es la piedra angular, el mejor central del mundo después del español Sergio Ramos, y la voz de mando en el campo de batalla. Neymar por su parte (quien se perderá el resto del torneo) representa la máxima figura del fútbol brasileño, y el jugador que llevaba todo el peso y peligro en el aspecto ofensivo, más aun viendo el bajo rendimiento de sus compañeros en esta zona.
Sus reemplazos seguramente serán Dante y William, dos jugadores de la elite del fútbol mundial, cuyo rendimiento a pesar de ser sobresaliente, se ha visto ensombrecido por el fantasma de la irregularidad y la desconcentración.
El defensor del Bayern Munich posee una gran salida desde atrás, al igual que un grandioso juego aéreo y orden táctico, sin embargo es de esos jugadores que de vez en cuando suele sufrir lagunas de desconcentración, que al ser un central estas pueden terminan en goles del equipo rival, lo cual le ha ocurrido varias veces con su club. Es uno de esos centrales que cometen un error decisivo por juego.
William por su parte, es un jugador muy parecido a Neymar que sin tener su misma calidad técnica, regala más sacrificio y despliegue físico, teniendo en su velocidad y sus cambios de ritmo un arma letal contra cualquier defensa del mundo. Sin embargo, tiene como telón de Aquiles una preocupante irregularidad que lo convierte en ese tipo de figuras que un día brilla y otro desaparece. Lo único positivo es que en caso de que su rendimiento no sea el esperado, el mediapunta del Chelsea nunca dejara de facilitar ese enorme sacrificio defensivo que en este tipo de partidos puede darte la victoria, o lo que es lo mismo, evitar la derrota.
Alemania: La excelencia sin garra
En el caso de la selección de Alemania, vemos en su rendimiento una máquina perfecta, un equipo cuyo sistema de juego se encuentra tan bien establecido que su máxima figura no la encontraremos en un jugador en particular, sino en el funcionamiento de un equipo cuya única debilidad radica en la que parece ser la pérdida de su histórica bravura, la garra que parece haber desaparecido con la dulcificación de su juego.
Y es que los alemanes han jugado toda la vida un fútbol arrollador en el que la potencia física resultaba ser su máximo argumento, con jugadores altos y rápidos, que con dos pelotazos llegaban al área, marcaban, remontaban partidos imposibles, y ganaban mundiales. Un fútbol tosco y mundano que se prestaba para desarrollar el brío necesario en las instancias más importantes, y que ahora, al haberse transformado en una selección de juego preciosista y demoledor, necesitará recuperarlo más que nunca luego de no haberlo encontrado en sus últimos dos mundiales y dos eurocopas.
Con figuras como Mezut Ozil, Toni Kroos, y Bastian Schweinsteiger, los teutones poseen un mediocampo con mucha más creación de juego que el de los brasileños, el cual suele filtrar constantemente buenos pasas a un Thomas Muller que sin ser originalmente delantero, ha cumplido con creces la tarea de 9, al convertir 4 goles en este certamen mundialista, y ayudar a su equipo con interesantes tareas defensivas, y movimientos cambiantes en la zona de ataque.
Así mismo, cuentan con una amplia variedad de jugadores con diferentes características, que se prestan para alterar el sistema de juego, y convertirlo en más conservador o en más directo, dependiendo de las condiciones que exija el partido, teniendo en Lukas Podolski, Andreas Schurrle o Mario Gotze, tres buenas ejemplificaciones. El partido que sufrieron ante la escuadra de Argelia, el cual lograron concretar en la prórroga, certifica lo antes dicho
La parte que más deberán cuidar será su defensiva, al tener una poco confiable línea de cuatro, que contra un rival como Brasil pueden sufrir en demasía al no ser de gran velocidad, y teniendo en Matt Hummels la única figura confiable en una zaga donde solo existe mucha altura y poca solidez, amparados por su titánico guardameta Manuel Neuer, que en más de una ocasión los ha salvado de la catástrofe.
De esta forma podemos observar como los dos equipos cuentan con armas y estilos completamente distintos, y en el que los amazónicos parten con la desventaja de no contar con sus dos mejores jugadores. Sin embargo, su condición de local es una ventaja que nunca se puede descartar, y que podría terminar siendo decisiva a favor de una Brasil que ha demostrado ser más emocional que artística.
Ante este escenario, Alemania tratará de apagar las llamas del estadio Mineirao con su frialdad y su toque de balón, buscando sobrevivir a unos primeros minutos que se antojan infernales para sus aspiraciones, al ser Brasil quien probablemente salga con todo en búsqueda de un gol tempranero. Si logran recuperar la fiereza y la serenidad de sus años anteriores, los dirigidos por Joachim Low tienen todas las posibilidades de llegar a la final y llevarse el torneo.
Como ya decía antes, este partido lo ganara quien termine imponiendo su juego sobre la cancha, y esto solo lo conseguirá aquel que se equivoque menos.
Luis Orozco/DC/@diariocontraste/@luisfran1
Fotos: Xinhua