John Carter, el hijo de Freda, murió en el 2008 a los 33 años por un tumor cerebral. Su familia decidió donar sus órganos a un hospital para que fueran trasplantados. Poco después, los médicos comunicaron a los Carter que el corazón de su hijo fue trasplantado a un adolescente llamado Scott, pero no pudieron revelarles más información debido a las reglas de confidencialidad.
La sorprendente historia tuvo lugar seis años más tarde, cuando Freda Carter decidió asistir a un acto conmemorativo. Mientras que Scott Rutherford, de 20 años de edad, hablaba durante la reunión, la mujer ya sabía que en su pecho estaba latiendo el corazón de su hijo y se apresuró a compartir sus sensaciones con su marido John.
«Era irracional, ya que Scott es un nombre común y podría haber estado en cualquier parte del país. Creo que debe haber sido el instinto maternal», dijo la mujer.
«Después de que muriera John, siempre he dicho que mi último deseo, lo único que quería hacer en la vida, era conocer al niño que tiene su corazón y volver a sentir latidos de nuestro John. Fue un milagro completo el que estuviera de pie frente a nosotros», agregó.
Después de la reunión, cuando la familia lo contó todo a Scott, el joven acordó comprobar los datos en el hospital. Tras consultar con sus archivos, los médicos confirmaron las sensaciones de Freda.
Scott, que recibió el corazón sano de John Carter describió lo ocurrido en la reunión como «una especie de milagro».
Un cirujano del Hospital Freeman de Newcastle, donde se llevó a cabo la operación hace seis años, dijo que este tipo de historias ocurren muy raramente. «Puedo recordar sólo unos pocos casos en los que la familia del donante se reunió con los que recibieron órganos de sus parientes muertos».
Agencias/El Siglo