El 3 de julio de 1810, en medio de fragor del movimiento independentista de Venezuela, nació en Maracaibo uno de los hombres más importantes de la historia regional en los últimos 200 años: Rafael María Baralt Pérez.
Sus padres, Miguel Antonio Baralt y Ana Francisca Pérez, oriunda de República Dominicana, decidieron, en vista de las vicisitudes políticas de aquella época, trasladarse hasta ese país, donde transcurrió la infancia de Rafael María Baralt.
Sin embargo, en 1821, la familia Baralt Pérez regresa a Maracaibo. Cinco años más tarde el padre de Rafael María Baralt lo lleva a la ciudad de Bogotá, donde inicia estudios superiores. Se destaca entre los estudiantes de la Universidad de Bogotá, particularmente en las cátedras Latín y Filosofía. Allí obtuvo el título de bachillerato. Era el año 1830. A partir de esa fecha formó parte de la política y la milicia venezolana contra los reformistas en 1835, llegando al rango de capitán de artillería y ocupar un cargo en el Ministerio de Guerra.
Fue escritor, periodista, historiador, filólogo, crítico y poeta; autor del primer diccionario de galicismos del español, y primer latinoamericano en ocupar un sillón en la Real Academia de la Lengua Española.
El 13 de septiembre de 1841 se va definitivamente de Venezuela. Primero viaja a Londres y luego se radica en Sevilla y en Madrid. Allí realizó la mayor parte de su abundante obra literaria.
Entre sus obras ocupa un lugar importante su oda Adiós a la Patria, considerada de una impresionante riqueza poética. También ocupó importantes cargos en el Reino de España, como Director de la Gaceta de la Corona, Administrador de la Imprenta Nacional, etc. Fue el primer hispanoamericano en ser elegido individuo de Número de la Real Academia de la Lengua.
Fue también redactor, en febrero de 1829, del periódico zuliano El Patriota del Zulia. No fue sino hasta 1842 (tenía 32 años de edad), cuando inicia su obra poética, que lo convierte en uno de los zulianos más destacados.
Muere el 4 de enero de 1860 en Madrid, España, sin haber cumplido los 50 años de edad.
Después de su muerte, sus restos se extraviaron y transcurrieron 122 años para su regreso a Venezuela. Aunque el Senado venezolano le había concedido el derecho a ser sepultado en el Panteón Nacional desde 1943, es el 24 de noviembre de 1982, cuando sus restos finalmente regresan a Venezuela e ingresan al Panteón Nacional, después de haber pasado una noche en la alcaldía de su querida Maracaibo.
Prensa Secretaria de Cultura