Ni los germanos más optimistas podían esperar algo como esto. Lo que aquí leerán es una realidad que supera cualquier novela de ciencia ficción, ya que la selección alemana destrozó a Brasil 7 goles por 1 (si, siete) en el partido correspondiente a las semifinales de un mundial que se queda sin su equipo local, el cual se despide de la forma más humillante y vergonzosa, luego haber materializado en este torneo la putrefacta desnaturalización en su juego, pasando del jogo bonito al jogo asqueroso, desplegando un juego de equipo de segunda división.
Con goles de Thomas Muller , Miroslav Klose, Toni Kroos por partida doble, Sami Khedira, y otro doblete de Andres Schurrle, la Mannschaft exhibió las mejores virtudes de un sistema que hoy combino su vieja escuela con sus nuevas formas, jugando un fútbol rápido y de toque, con la verticalidad que siempre caracterizó a la selección teutona.
El primer tiempo se convirtió en uno de los acontecimientos más impactantes en la historia del deporte, y es que luego de los himnos (y de que Brasil buscase incesantemente abrir el marcador en los primeros minutos) los alemanes marcaron cinco goles en menos de media hora, convirtiendo el partido en un insultante monólogo en el cual los brasileños (y hasta los mismos germanos) no podían creer lo que se decía, no podían creer lo que estaba ocurriendo.
Lo que ocurrió entre el minuto 11 y 29, daría inicio cuando Muller remató con la derecha un córner cobrado por Toni Kroos, encontrándose más solo que la luna, poniendo en evidencia la pésima organización defensiva de una Brasil que sin su capitán Thiago Silva y su estrella Neymar, se desmoronaría hasta el punto de dejar una imagen que produjo sensaciones de vergüenza ajena.
Aquí viene lo increíble: en el minuto 24 Klose marcaría el segundo gol luego de una serie de rebotes y casualidades en el área, para convertirse en el máximo goleador en la historia de los mundiales superando al brasileño Ronaldo, luego Alemania marcaría otros tres goles en solo cuatro minutos, donde Kroos por partida doble y Sami Khedira, materializaban un cinco a cero que a más de uno nos hizo pensar que vivíamos un sueño (o una pesadilla) del cual despertaríamos en cualquier momento.
Pero no, fue la combinación entre la mejor selección teutona que se recuerde, y una Brasil que nunca antes fue tan triste y descolorida. Y es que lo visto encajaba más en la sección de sucesos que en la de deportes. Finalizaba el primer tiempo, y las gradas despedían a su equipo entre el llanto y los pitos.
Una masacre de principio a fin
La segunda parte comenzaría con una canarinha que buscaría el inútil gol del descuento, siendo evitado por varias atajadas del gran Manuel Neuer, quien formaría parte de la fiesta germana al frustar los intentos del rival. De aquí en adelante el partido pasó a las gradas, ya que los ojos del mundo estaban puestos en cómo reaccionaría el publico ante tal humillación.
Como era de esperarse la gente pitó hasta la saciedad a un Fred que terminó siendo el peor delantero que se le haya visto a Brasil en un mundial. Él se encargó de hacernos sentir tristes, por obligarnos a recordar a glorias como Romario, Bebeto, Jairzinho, Adriano, y Ronaldo, ya que el hecho de que Brasil no tengo un delantero de élite, es lo mismo a que Italia no tenga un buen defensor, o Alemania no tenga un buen arquero.
A todas estas los alemanes seguían a lo suyo, bombardeando sin contemplaciones a sus rivales y fallando una cantidad de goles que de haberse concretado, el partido podía haber terminado quince goles por uno, sin ánimos de exagerar.
Los últimos disparos al cadáver descompuesto de Brasil, ocurrieron al minuto 70 y 78 por parte de Andreas Schurrle, luego de materializar dos grandes contragolpes de una selección que se antoja como la máxima favorita a llevarse el trofeo el próximo domingo, más allá de que su rival sea Holanda o Argentina.
Ya poco antes de finalizar el encuentro, el mediapunta Oscar lograría un descuento que parece haber hasta molestado a una fanaticada que en modo de protesta a su equipo, cantaba olé en cada pase que ejecutaban sus rivales, un hecho que hasta el día de hoy parecía imposible que pudiese ocurrir en el país de la mejor selección en la historia de este deporte.
Con los tres pitidos final del árbitro mexicano Marcos Rodríguez, empezaban a desbordarse las lagrimas y se oficializaba el escándalo de la década: Brasil caía siete goles por uno contra Alemania, siendo la peor derrota en la historia del scratch en una Copa del Mundo, hecho que significa una tragedia infinitamente mayor que la vivida en 1950, donde el llamado Maracanazo ha perdurado hasta el día de hoy, para ser fatalmente reemplazado por un Mineirazo que nunca será olvidado, que se recordará hasta el día de la muerte, que se lo contaremos a nuestros nietos cuando estos nos pregunten por un acontecimiento futbolístico que nos hayan marcado.
La canarinha le dice adiós a un mundial en el que solo levantar el trofeo hubiera significado la gloria, multiplicando por lo infinito la frustración en un país que rechazó la organización del certamen mundialista por diversas irregularidades, para convertirse, como ya se ha dicho, en la peor verdeamarelha que se recuerde.
Alemania por su parte logra el cenit de su revolución futbolística, por disputar el que posiblemente ha sido el mejor partido en su gloriosa historia, goleando a Brasil en su casa, y dando una lección futbolística que dejara un sólido precedente. Con su particular hambre de gloria, los dirigidos por Joachim Low se presentan en una final que parece hecha para ellos luego de lo mostrado hoy, y es que de no salir campeones del mundo, será más demérito propio que méritos del rival.
Siempre quedarán las figuras de Pelé, Tostao, Zico, Zocrates, Ronaldo y Rivaldo. Recordar es vivir.
Se acaba el mundial para Brasil, se declara la tristeza infinita en el país más alegre del mundo.
Luis Orozco/DC/@diariocontraste/@luisfran1