“Estamos bien porque Dios ha sido misericordioso, sino ya no estuviéramos aquí. Entre la inseguridad, la droga, la falta de educación, de comida y de trabajo no hayamos que hacer por nuestras vidas, ni por la de nuestros muchachos”. Doris Mogollón, ama de casa de 52 años y residente desde hace siete años del sector cinco del barrio La Lechuga.
Esta comunidad tiene más de 14 años de fundada y alberga a más de mil 500 familias, aseguró Juan Pablo Guanipa, coordinador de Primero Justicia Zulia. “Una comunidad unida va a tener más empeño en organizarse en consejo comunal y más fuerzas para exigir sus servicios. Por eso siempre hemos dicho que la gente tiene que olvidarse de colores y trabajar para echar pa’ lante su barrio y después cuando vienen las elecciones votan por quien quieran. Pero mientras tanto la gente tiene que apoyar cualquier iniciativa que los beneficie y exigir sus servicios”.
Gladys Morales, líder comunitaria y fundadora del barrio, describió el escenario. “Padecemos de todo. Aquí no se puede decir que tenemos electricidad legal porque unos tienen nomenclatura y otros no. En eso hemos pedido ayuda y nadie nos la da. No consideran que la mayoría de las personas que vivimos aquí somos mujeres solas con nuestros muchachos y así es difícil sobrevivir”.
Destacó que el aseo no pasa y no tienen ni gas, ni cloacas. “Para tener agua nos reunimos nosotros y metimos una manguera pegada a una tubería que ni siquiera sabemos de dónde viene. Ahora con esta sequía estamos igual que antes de hacer esos trabajo: comprando agua por cisterna. La basura la botamos en un terreno que está vacío por aquí y siempre en las noches la queman y ya estamos enfermos, los muchachos tienen asma y enfermedades pulmonares. Estamos aislados porque no hay ni carro por puesto, ni bus, que se quiera meter para acá y cuando llueve quedamos incomunicados porque esto se inunda. Necesitamos que alguien nos meta la mano con todo esto por el bien de nosotros y nuestros hijos”.
DC/ NP