Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo – Abogado / @AlfonsoZulia / dialogopublico@gmail.com
Muchos son los acontecimientos que se han suscitado durante las últimas semanas dentro de la Mesa de la Unidad Democrática, conocida por sus siglas como la (MUD), ventilándose a la luz pública las contradicciones, zancadillas y diferencias irreconciliables de sus principales actores, quienes sedientos de poder, con sus perfiles histriónicos han puesto de manifiesto sus intereses particulares y partidistas sobre el beneficio colectivo, en un momento donde el país requiere de líderes serios, a la altura de la responsabilidad que les corresponde.
La renuncia de Ramón Guillermo Aveledo, dejo en evidencia el grado de descomposición en la que se encuentra la MUD, ¿Cómo pretenden aspirar a gobernar el país, quienes no están en capacidad de organizase y de llegar a un consenso ante su propia incapacidad de liderazgo o es qué acaso las soluciones de los problemas que atraviesa Venezuela se resolverán quitando o colocando a un Secretario Ejecutivo de una coalición de partidos políticos?
Las respuestas a estas interrogantes deben ser producto de reflexión y aprendizaje de la ciudadanía, el vergonzoso papel que han presentando ante la opinión pública los actores de la MUD; quienes con su prepotencia, arrogancia, acusaciones y chismoseo han dejado en evidencia sus niveles de inmadurez e hipocresía, demostrando su incapacidad de manejarse ante las crisis, revelando a todos los venezolanos que la permanencia del gobierno incompetente que tenemos es producto de la misma oposición incapaz que pretende gobernarnos.
Ciertamente, la salida de Aveledo está directamente vinculada con el manejo del poder, con la toma de decisiones, con el protagonismo mediático, con las cuotas de participación, los pactos ominosos y demás acuerdos e intereses políticos y económicos ante las elecciones parlamentarias del próximo año, donde las apetencias del poder les conlleva a actuar de manera irracional, sin medir las consecuencias inmediatas que producen en detrimento de las instituciones democráticas que representan, es decir ante los partidos políticos, los cuales pierden credibilidad, generando desengaño ante su militancia honesta, trabajadora y demás simpatizantes.
Mientras en la MUD se siguen peleando sobre quién se queda con la silla de la Secretaria Ejecutiva y las demás sillas directivas; en el cenáculo del Partido Socialista de Venezuela (PSUV) legitiman a Nicolás Maduro como la única y gran autoridad del partido; se afinan las estrategias para superar sus desavenencias internas y conquistar nuevos espacios bajo el cliché del Socialismo del Siglo XXI; se discute sobre las medidas económicas que aplicarán en el país; se cocina la venta de CITGO; se sigue hipotecando a los chinos y los rusos nuestras reservas petroleras; la inseguridad, la inflación, el desempleo y la escasez siguen galopantes; y la desesperanza se sigue adueñando cada día más de los venezolanos, predominando las ansias de emigrar como la mejor alternativa de quienes tienen la posibilidad de irse en busca de estabilidad, seguridad y mejores oportunidades.
Finalmente el daño que ha provocado esta clase política irresponsable, será irreparable, la confianza depositada por la gente a quienes consideraron sus líderes políticos se ha convertido en decepción y va en picada; tendrá que morir lo que tiene que morir y nacer lo que tiene que nacer, como reza el refrán popular, no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista, quienes apostemos a una Venezuela distinta debemos hacer la tarea para impulsar el cambio positivo, asumir con conciencia, compromiso, sensatez y mucha humildad, el apoyo en la construcción de una alternativa ciudadana incluyente que contienda el abuso de los que se han considerado los amos del poder y nos salve de los embaucadores histriónicos que han dejado a la MUD, sin patas, ni sillas.
DC/ Abog. Alfonso Hernández Ortíz / @AlfonsoZulia / dialogopublico@gmail.com