No terminó de comerse la arepa. Una ráfaga de balas lo alcanzó en la espalda ayer, a las 4.30 de la tarde, minutos antes de que cayera el aguacero. Guillermo Soto León, de 57 años, cayó sobre la acera de la avenida 41A con calle 175 de la urbanización La Coromoto, municipio San Francisco.
Los transeúntes vieron a los asesinos. Eran tres y se bajaron de la parte trasera de un Optra plateado con sus revólveres y pistolas en mano. Todos dieron en el blanco: el comerciante. Al menos 15 proyectiles se le incrustaron a la víctima entre la espalda y la cabeza.
Las balas alcanzaron la fachada de la vivienda donde venden las arepas. Los comensales, el vendedor y el resto de los testigos se lanzaron al piso para evitar la muerte.
A los pistoleros no les importó que les vieran la cara. Vaciaron sus armas, se montaron en el vehículo y el conductor arrancó a full velocidad por la calle 175. Los conocidos de Soto que presenciaron el ataque socorrieron al herido, lo montaron en un carro particular y lo llevaron a una clínica de la zona.
Desde el centro de salud llamaron a los familiares del comerciante para informarles la mala noticia. Ellos tardaron en llegar por la lluvia que cayó en San Francisco y Maracaibo.
Fuentes policiales informaron que el crimen de Soto lo encargaron. “Los asesinos a sueldo sabían perfectamente por quién iban. Al señor le mataron a un hijo a principio de año de la misma manera. Lo sorprendieron y lo acribillaron. Eso fue sicariato”, explicó un funcionario.
DC/ La Verdad