Alemania estrenó sus cuatro estrellas, pero la que más brilló en Dusseldorf fue Di María. El ex madridista hizo lo que quiso con los campeones del mundo. Dio un recital en ausencia de Messi, al que no echó de menos ni el Tata Martino.
¿Qué hubiese pasado en la final del Mundial con Di María en el campo? No lo sabemos ni lo sabremos nunca. Sólo pudimos comprobar -como ocurrió en Brasil hasta que se lesionó- que Argentina necesita al Fideo para alimentarse.
Era un amistoso, pero nadie se lo creía. Tampoco Di María. Lo aprovechó para lucirse ante el mundo entero y estropear la digestión de algunos. Argentina metió cuatro goles y en todos ellos estuvo presente Ángel. Dio los tres primeros. Firmó el 0-4 después de una carrera muy suya a la que puso la guinda en forma de vaselina.
Vale por cuatro
Alemania sufrió en sus carnes el hambre del argentino. Con una traje algo renovado, disputó con su rival un partido muy entretenido. No tuvo nada que ver con lo de aquel día. Hubo muchos goles y pudo haber muchísimos más. Gran parte de los que no subieron al marcador fueron culpa de Romero, que le fastidió la noche a Mario Gómez.
Di María comenzó el recital dando un pase con el exterior de etiqueta para que marcase el Kun. Después, puso el gol en bandeja a Lamela, que respondió con una volea preciosa. Tras el descanso, asistió a balón parado a la cabeza de Fede Fernández. Por él y por todos sus compañeros.
El de Rosario cerró su exhibición con un tanto de bandera al alcance de los más veloces y precisos. La mezcla no suele llevarse bien.
Schürrle y Götze maquillaron la noche para los germanos, pero el espectáculo ya habia corrido a cargo de Di María. Menos mal, piensan los campeones, que ese día en Maracaná no apareció por ese angelito.
Marca/DC