Es conocido por todos o al menos la mayoría, las peripecias que debe pasar un paciente cuando acude a un hospital. Desde la llegada al centro asistencial, se enfrenta a la disponibilidad de insumos, el ánimo del personal y hasta de ser posible, a una larga espera para ser atendido.
Pero esta historia no es tan diferente para el familiar que acompañada al paciente. Como si se tratara de una competencia de “aguante”, quien acude al Hospital Universitario de Maracaibo (HUM) se prepara para pasar el día sin ir al baño y no por gusto, sino porque no hay agua ni las mínimas condiciones de higiene para orinar o deponer.
A las 7.00 de la mañana llegó Dayana con su esposo, el pasado viernes al área de pabellón. Sería operado de los testículos. Un bolso con ropa y algunas cosas que podría necesitar la acompañaban. Durante el día la espera fue larga y el ingreso a quirófano se dio en horas de la tarde cerca de las 2.30.
Desde ese momento, la joven ya llevaba siete horas sin ir al baño. Como medio de “supervivencia” la chica toma poco líquido, para que sus esfínteres no trabajen en su proceso natural y le jueguen una mala pasada.
En un momento, mientras espera noticias de su paciente, afirma “No puede ser que no haya un baño decente para orinar. Ni que eso fuera un lujo», justifica, «eso es una necesidad”.
Al escuchar su queja, otra acompañante agrega su experiencia. “Aquí hay un baño, pero no se puede ni entrar del mal olor. Dan asco. No hay papel, pero si al menos hubiese agua. Yo prefiero aguantar que hacer ahí».
La maratónica espera continúa y quienes espera, en su mayoría mujeres conversan, duermen o comen para olvidar que son las 6.00 de la tarde y ya, tienen ganas de ir al baño.
DC/@DiariContraste/GV