Los retos de Chúo Torrealba al frente de la MUD

En este corto análisis realizado por Colette Capriles, se muestra en resumen los retos que tendrá que afrontar el periodista mientras se mantenga al frente de la Secretaria de la Mesa de la Unidad Democrática venezolana.

1. Chúo Torrealba ha sido designado como Secretario General de la MUD. ¿Cuáles son los desafíos que ahora enfrentará esta coalición opositora?

El reestablecimiento de la confianza en que constituye la alternativa política que el país espera. No me refiero, por supuesto, a la confianza en un liderazgo en particular (de paso, creo que Torrealba tiene cualidades reconocidas en este sentido), sino a la confianza en la posibilidad de un cambio político sustantivo y orgánico. Es decir: que se sostenga sobre las realidades del país y no sobre voluntarismos.

La Unidad debe demostrar consistencia y focalización. Pero al mismo tiempo (y esto es lo más difícil) debe mantener el pluralismo interno, sin que eso afecte la estrategia global. Debe funcionar como referencia de lo inmediato, frente a las penurias cotidianas, con un sentido de pedagogía política para la construcción de una alternativa de poder.

2. Y, de acuerdo con esos retos, ¿qué definiría, según su opinión, el éxito o el fracaso de Chúo Torrealba al frente de la MUD?

El desafío particular para Torrealba será imprimirle a la estructura de la Mesa una dinámica que ha perdido, buscando los equilibrios entre las distintas fuerzas políticas y la diversidad de visiones e intereses que la componen, sirviendo a la vez como interface para la sociedad en general, que también es diversa y díscola. De modo que el rol de conciliación parece el más importante.

Pero sería muy difícil atribuirle sólo a la figura de Torrealba el éxito o fracaso de la Unidad. Es obvio que parte importante de la renovación de la MUD pasa por el reconocimiento de la responsabilidad política que tienen todos los factores de la Unidad, partidistas o no. En la base de la confianza está la responsabilidad.

Entendería como fracaso un retorno a la inercia, por ejemplo. Creo que es esencial pasar a dinamizar el proceso político, a activar la conversación política en todos los niveles. No ya como queja o como denuncia, sino como análisis y persuasión. Y, además, como una base para ir produciendo consensos acerca de los grandes objetivos políticos de la oposición.

Hay tareas concretas, como la preparación de las elecciones legislativas de 2015, que tienen que ocupar un amplio espacio, pero no en detrimento de la presencia política que interpele al gobierno constantemente, que le dé voz y visión a quienes hoy no las tienen, y cumpliendo con la tarea básica de la oposición en regímenes como el venezolano: servir de contención ante las pretensiones hegemónicas.

Vía Prodavinci

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