Róger Darce Flores, de 30 años y minero artesanal de Nicaragua, nunca olvidará a sus siete compañeros que quedaron soterrados en una mina que se derrumbó el pasado jueves en la región Caribe Norte de este país, cuando Róger y otras 29 personas excavaban en busca de oro. Darce es uno de los 22 sobrevivientes del derrumbe y lamenta que las autoridades nicaragüenses hayan decidido suspender, la noche de este lunes, la búsqueda de sus compañeros. “Es duro para nosotros”, dijo, “es duro saber que quedaron allí. Es duro saber que ya no los vamos a ver”.
Las labores de búsqueda de los siete hombres desaparecidos fueron suspendidas por temor a nuevos derrumbes en la mina, localizada en un cerro conocido como “El comal”, a cuatro kilómetros del municipio de Bonanza, ubicado en una región conocida como el Triángulo Minero, que alberga ricas minas de oro. En un comunicado difundido la noche del lunes, la Dirección General de Bomberos nicaragüense explicó que las labores de rescate se detuvieron “después de haber desarrollado múltiples esfuerzos y maniobras de búsqueda y considerando el criterio de los propios mineros artesanales, que coincide con las recomendaciones del personal especializado y geólogos que han leído los equipos y censores instalados, que sugieren un excesivo riesgo inminente de deslizamiento”. Había temor, dijeron las autoridades, de que los rescatistas pudieran quedar atrapados por un nuevo deslave.
De esta manera se pone fin a una tragedia que ha mantenido en vilo a Nicaragua, y que todos en este país pensaban que había terminado de forma feliz cuando la tarde del viernes vieron salir, a través de las cámaras de la televisión, a veinte de los mineros atrapados (otros dos pudieron dejar la mina por sus medios tras el derrumbe). Fueron los mineros quienes afirmaron que otros siete compañeros seguían enterrados. En las labores de rescate se movilizó equipo de la Policía, el Ejército, bomberos, expertos de empresas mineras y otros mineros artesanales que conocen bien la zona. “No pudimos hacer más de lo que hemos luchado”, dijo, resignado, Roberto Urbina, uno de los mineros artesanales, en declaraciones difundidas por la prensa oficial.
El Gobierno del presidente Daniel Ortega, a través de la primera dama y vocera del Ejecutivo, Rosario Murillo, expresó sus condolencias a las familias de los mineros desaparecidos. “Hemos visto los rostros llenos de tristeza, de profundo dolor de esas familias, y como hemos estado con ellos cada uno de estos días, estamos con ellos en estos momentos y vamos a seguir estando con ellos”, aseguró Murillo.
El derrumbe se produjo a eso de las 10:40 de la mañana del jueves, hora local de Nicaragua. Róger Darce recordó, a través de una entrevista telefónica, que estaba sobre una plataforma preparando el lugar donde pondrían dinamita para detonar en busca de oro, cuando escuchó “un estruendo, como un rayo fuerte” y luego vio a sus compañeros correr desesperados por la galería. Él y otro minero no pudieron bajar a tiempo de la plataforma, y el barro los atrapó. Lo que los salvó, dijo, es que no quedaron totalmente cubiertos, por lo que con duro esfuerzo pudieron salir y reunirse con el resto de mineros, al fondo de la galería. “Todo era penumbra y había mucho frío”, relató. “Sólo esperábamos que se hundiera todo, porque el lodo siguió cayendo por cuatro horas. Pensábamos que nos íbamos a morir, que ya no volveríamos a ver a nuestras familias”.
Darce aseguró que a las seis de la tarde, una vez que llegó la calma, él decidió explorar dentro de la galería. Los mineros pudieron encontrar un par de palas y recordaron, tras años explorando la mina, que había una salida, que si cavaban podían dar con ella. Lo hicieron hasta las once de la noche y luego descansaron. Volvieron con la labor a las seis de la mañana del viernes. Luego escucharon voces del otro lado: eran los rescatistas. El primero en salir fue Róger, quien explicó lo que sintió al ver de nuevo la luz de sol tras varias horas atrapado al fondo de la tierra. “Salí con ganas de ver a toda mi gente, a mi hijo (de dos años). Me sentí muy alegre, emocionado, porque el Señor me dio una segunda oportunidad”, dijo.
Darce aseguró sentirse todavía cansado. “Estoy un poco nervioso, y físicamente no nos sentimos muy bien. Estamos desesperados, aunque los médicos ya nos dieron de alta”. Lo que más preocupa a este hombre es saber qué hará ahora para ganarse la vida, dado que su esposa, hijo y hermanos menores dependen de su trabajo como minero artesanal, o güirisero, como coloquialmente se les llama en Nicaragua. ¿Volvería a trabajar en una mina? “Creo que no sería recomendable”, respondió, “pero lo que nos obliga es la necesidad, porque somos muy pobres”.
EFE