Poseer y mantener un vehículo propio, resulta costoso y arriesgado en medio de las tupidas y violentas calles, por lo que optamos con mayor frecuencia por el transporte público también lleno de peligros. El taxi es una medida excepcional por sus elevados costos, aunque las líneas establecidas y conocidas cuentan con un mayor atractivo por sus tarifas reguladas y, sencillamente, porque da miedo salir a la esquina y tomar el primero que se atraviesa.
Luis Barragán / Diputado a la Asamblea Nacional / @LuisBarraganJ.-
El taxista y el cliente, hoy son seres temerosos. El uno, arriesgándose al abordaje de un atracador mientras que el otro, a ser atracado sin la menor posibilidad de defensa en la vía.
Ambos, aguzan la mirada escrutadora en el sorteo callejero, intentando adivinar a una persona decente en el primer vistazo. Ambos saben de la cotización del vidrio ahumado y el aire acondicionado como garantía de un tránsito más seguro, antes que el confort que pueda dispensar frente al calor contaminado de los alrededores asediados por motorizado que, por cierto, tiene en la transportación de personas y peroles un amortiguador ante el reinante desempleo.
Conversar con el taxista, luce tan inevitable como hacerlo con el barbero. Hay un tanteo inicial cuando la cola es más espesa hasta soltarse la franqueza de un intercambio que se desea cordial. Algunas veces, el monitoreo que facilita una emisora comercial ocasiona el comentario y, otras, la necesidad implícitamente reconocida de un efímero y mutuo ejercicio terapéutico, pues, los problemas domésticos y colectivos suelen emerger con la fuerza que el desahogo impone.
Intentamos no emplear el celular mientras nos transportamos en un taxi, ya que no resulta muy grato el encañonamiento de un motorizado vecino que, por lo menos, tiene la delicadeza de tocar la ventana hasta tres veces con su temible pistola. Por ello, preferimos conversar, enterándonos de sentencias de una sabiduría extraordinaria. Por ejemplo, “yo no le pido al gobierno que me mantenga, sino que me permita hacerlo yo mismo: lo único que le pido es seguridad para poder trabajar y que mantenga la vialidad para no tener que estar reparando el carro por los huecos, y el orden para que me rinda más el tiempo”.
DC/ Dip. Luis Barragán / @LuisBarraganJ