El 2015 se inicia para LUZ con signos evidentes de incertidumbre que demandan de las autoridades acciones orientadas a minimizar sus efectos, en aquellos aspectos que están bajo su responsabilidad.
Ciertamente, el hecho de que no se realicen elecciones para renovar sus cuadros directivos y de cogobierno, lo cual no es responsabilidad atribuible a ellas, determinan para la comunidad universitaria un clima organizacional muy poco propicio para la formulación de planes, programas o proyectos de mediano y largo plazo, y agudiza la actual situación rutinaria, en detrimento de procesos innovadores que deberían constituir, el accionar permanente de una institución que busca la excelencia.
Es evidente y notorio, un ostensible deterioro de nuestra universidad en todas sus áreas y un nivel de inconformidad, en todo su personal que no se siente motivado a realizar con entusiasmo las actividades, agobiados por serios problemas de inseguridad, deterioro de su planta física, falta de insumos y logística para el desarrollo de la docencia, la investigación y la extensión, o el problema existente a nivel de los servicios de salud, que crean gran desánimo en el colectivo, por mencionar sólo algunos
Más grave aún, se percibe un divorcio entre las autoridades y los gremios, los cuales, en las presentes circunstancias deberían estar muy unidos, para buscar, en la mancomunidad de esfuerzos, las soluciones posibles a aquellos problemas que pueden encontrar respuesta al interior de la institución, o concertar acciones para gestionar en instancias externas las respuestas más perentorias a aquellos que comprometen el normal desenvolvimiento institucional.
Las circunstancias presentes y por venir, demandarán de todos una gran disposición para integrar esfuerzos, compartir sacrificios y distribuir responsabilidades, en cuyo caso, corresponde a las autoridades, liderar las acciones que deban emprenderse de manera concertada, modelando y dando muestras de amplitud, austeridad y sacrificio.
Atención especial deberá dársele al sector estudiantil, cuyas providencias no deberán ser afectadas y a quienes se les deberá garantizar la calidad de la docencia, para evitar menoscabar la calidad en su formación profesional.
Ante un entorno adverso y un escenario de grandes restricciones como el que se avizora para nuestro País el próximo año, es aconsejable actuar de manera proactiva, anticipándose a esas circunstancias, lo cual desde ya reclama una gran dosis de concertación entre todos los actores, para jerarquizar y priorizar los problemas y las actividades, racionalizar el gasto y aplicar correctivos y restricciones que no afecten las funciones fundamentales de la universidad y que no comprometan áreas álgidas de su personal, como la salud. Es necesario ser muy previsivos para evitar, como dice el dicho popular: “que nos agarre el catarro sin pañuelo”.
DC / Prof. César Ramos Parra / @cesarramosparra