En tiempos de crisis tienes responsabilidades ineludibles que asumir.
Vimos en la entrega anterior que, en medio de las crisis, Dios toma responsabilidades respecto a tu trabajo: te dota de habilidades para hacerlo y prepara el terreno para que coseches éxitos. Pero es bilateral el asunto. Tú y yo debemos trabajar fuertemente, dejar a un lado la holgazanería, y no ser como aquel tipo tan perezoso que en la mañana no hacía nada y en la tarde revisaba lo que había hecho en la mañana. Simón Bolívar aseveró: Para el logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los sacrificios. Y el proverbista de las Escrituras también afirmó: Las manos ociosas conducen a la pobreza; las manos hábiles (diligentes o trabajadoras) atraen riquezas. (1)
Pero trabaja sin caer en el exceso. Las prioridades sanas en la vida deben tener este orden: Dios, el cónyuge -si eres casado(a)-, los hijos -si eres padre o madre-, el trabajo o servicio voluntario a otros, y luego todo lo demás. Trabaja durante seis días, pero descansa el séptimo… (2) dijo Dios. Descansa; hacerlo es un asunto de fe. Dios puede hacer que seis días de trabajo rindan como siete. Tu trabajo, tu empresa, tus negocios no se caerán porque te tomes un respiro o unas vacaciones.
Debes ser honesto
El doctor Pablo exhorta: El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados. (3) Si quieres superar la tendencia a ser deshonesto… ¡trabaja! La honestidad, o su ausencia, demuestra cuáles son tus verdaderos valores y principios. Tus criterios para tomar decisiones económicas son una expresión externa de una condición espiritual interna. Quizás digas: pero es que si no lo hago de esta forma, el asunto no se resuelve; o, así es como funcionan las cosas en este país. Yo te pregunto ante este dilema: ¿Le crees a Dios, o solo dices que le crees?
Hubo una vez un emperador que convocó a todos los solteros de su reino pues era tiempo de buscar pareja a su hija. Todos los jóvenes asistieron y el rey les dijo: Les voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros y al cabo de seis meses deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido. La planta más bella ganará la mano de mi hija, y por ende el reino. Y así se hizo, pasaron los seis meses y todos los jóvenes desfilaron hacia el castillo con hermosísimas y originales plantas. Excepto uno, que con la cabeza baja y muy avergonzado, desfiló de último hacia el palacio con su maceta vacía porque la semilla plantada no le había germinado.
Los otros jóvenes presumían de sus preciosas plantas y flores y al ver a este pretendiente saltaron en risa y burla. Pero en ese momento el alboroto fue interrumpido por la llegada del rey: todos hicieron sus respectivas reverencias mientras el monarca se paseaba entre todas las macetas admirando las plantas. Finalizada la inspección hizo venir a su hija, y seleccionó, de entre todos, al joven de la maceta vacía. Y dijo el rey: ¡Éste es el nuevo heredero!, a todos ustedes se les dio una semilla infértil y todos trataron de engañarme sembrando otras plantas, pero este joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo honesto, leal y valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece.
No le presentes a tu familia, a Venezuela o a Dios macetas con hermosas plantas llenas de trampas, creyendo que ‘te la estás comiendo’, ¡perderías tu premio! Quizás tu maceta está hoy vacía, pero si trabajas diligente y honestamente: ¡El Rey te honrará! ¿Quieres hoy renovar tu compromiso de trabajar honestamente?
Proverbios 10:4 (NVI), Éxodo 34:21ª (NVI), Efesios 4:28 (NVI)
DC / Raúl Parra / Pastor / rlpt10@yahoo.es / @RaulParraT