Si estas confundido y molesto pero no sientes rabia, tal cual como lo dice José Vicente o no estás arrecho como lo dice el pueblo, es porque no estás prestando atención al drama que estamos viviendo aquí en el Zulia y en el resto del país. A parte de la inflación, las colas, la inseguridad, el aumento del 45% a los militares y la farsa montada con el recorte de los gastos suntuarios del gobierno, nos ha caído como la última plaga, ese animalito que después que pica te hace crujir desde la cabeza hasta el último huesito donde termina la columna vertebral.
Ya la Federación Médica Venezolana acordó, en reunión extraordinaria declarar la emergencia sanitaria, ante el bendito virus en todo el territorio nacional. Declaratoria a la que el gobierno ni le pica ni se rasca, porque según el Ministro de Salud, apenas se han reportado 25.000 caso en el país; esto sin tomar en cuenta que ya a la presidenta de la FMV – Zulia la tiene tirada de largo a largo con sus dolores, a Tito mi vecino ya le andan diciendo el jorobado de Santa Lucia y yo llevo más de un mes con los dedos engatillados sin poder teclear mucho la computadora.
El retorcedor virus con ese nombre medio guapachoso, que a su vez es trasmitido por unos bichitos tan complicados de nombrar como el Aedes aegypti y el Aedes albopictus, anda a diestra y siniestra desmintiendo a cuanta autoridad sanitaria oficialista se le ocurra ocultar su trágica realidad. Por más que se empeñen en insistir en que la susodicha enfermedad no repite, ya por estos lados todo el mundo anda diciendo que tiene más etapa que la Urbanización San Jacinto y que no son cuentos de caminos que el fatigoso virus va y viene con su entumecido dolor.
Que si viene de Tanzania o de Mozambique esta epidemia o que si se ha regado por todo el trópico, ya eso a mí me tiene sin cuidado. El asunto es que nadie se explica cómo se le ocurre al presidente, regalarle cinco millones de dólares para combatir el ébola, con el cuento de que «Apoyar a nuestra África es apoyar a los pueblos necesitados del mundo», cuando aquí ni comprándolas conseguimos unas benditas pastillas de acetaminofen, obligándonos con ellos a africanizar nuestra medicina, al tener que recurrir a los cogollos de la mata de mango cocidos con canela y guayabita.
Ya mi tocayo Douglas León Natera, ha dicho que 428.000 tabletas de acetaminofen importadas no son suficientes y que su distribución para todo el país no se da abasto, cuando en Venezuela hay 30 millones de pacientes potenciales. Lo cierto es que el 23 de Septiembre del año en curso, Maduro anunció con bombos y platillos la creación del Estado Mayor para el combate contra el Dengue y Chikungunya, encabezado por la Ministra Nancy Pérez, y a la fecha de hoy ni ella misma se ha dignado en dar alguna cifra oficial de esta pandemia.
Así las cosas, en estos días Chikunguneado como ando, y sin desear que cualquier enchufado ande retorciéndose del dolor, he recordado al poeta Aquiles Nazoa, quien en uno de sus escritos señaló: “En ese momento, de un cercano cocotero se desprende un enorme coco. Y habiendo abajo tantos nuevos ricos dignos de un buen cocazo, el contundente fruto va a caer directamente –oh justicia divina, dónde estás- en la cabeza de un inocente mesonero”.
DC/ Abog. Douglas Zabala/ @douglazabala