Las festividades navideñas son propicias para el compartir, para darnos aliento, para reforzar los lazos de amor y confraternidad con nuestros semejantes y desearnos éxitos para el venidero año.
En estos tiempos también se evalúa el año que culmina, y como eso implica una lista muy larga de cosas negativas y sobre las cuales innumerables articulistas ahondaron durante todo el 2014, es preferible, más bien, unir voces por una navidad sin presos políticos, por la reconciliación entre la familia venezolana y por unos días de tregua al acostumbrado discurso violento y de odio del régimen.
Estas exigencias, han sido un clamor de la ciudadanía y una constante por parte de la oposición durante estos últimos años, sin escucha por parte del régimen, pero en ellas debemos insistir. Para cualquier gobierno, un llamado como este, sería atendido de manera sencilla, pero aquí todo se dificulta porque los nuevos oligarcas no piensan en función del país. El Estado involuciona en forma permanente, en contraste con una sociedad, que desde hace rato, ha internalizado que no existe política sin diálogo y tampoco existe democracia si no se respeta ni reconoce al otro. Veremos qué lectura hace la cúpula del PSUV tutelada por los Castro, luego de la reconciliación entre Cuba y los EEUU.
Esta Navidad, en especial, también nos debe convocar a reflexionar sobre la UNIDAD. Esta sigue siendo una necesidad, es una de nuestras principales tareas; no se trata de la unidad de un sector para confrontar con el otro, la que se requiere va más allá de la MUD y de la sociedad opositora. Venezuela exige la unidad nacional y un proyecto de cambio. Lograr que confluyan las mayorías, ya es garantía no sólo de gobernabilidad y estabilidad política, sino del gran salto hacia un futuro de desarrollo de nuestra nación. Esto no lo resuelven decretos o medidas burocráticas, es una labor tesonera, sistemática y firme de los millones que de verdad creemos en la unidad.
En un país polarizado como el nuestro, alcanzar el objetivo de la unidad, también requiere de mucho juicio y sentido común. Es necesario que la fuerza de la razón se imponga sobre las emociones y más en un año que se vislumbra sombrío y muy duro para el pueblo. No podemos caer en la trampa que nos quiere colocar el régimen, provocando salidas intempestivas para oxigenarse y para, entre otras cosas, tener argumentos que deslicen sobre terceros las causas del desastre al que condujeron al país. Es tiempo entonces de la reflexión colectiva, no de situaciones sobrevenidas, cuyos resultados los conocemos. Sólo así podemos sentar las bases para enfrentar la crisis y lograr el cambio
No nos hagamos eco, entonces, de las voces agoreras e intrigantes de los extremistas del twitter, que llevan un año repitiendo “a Maduro le queda una semana”, como si eso solucionara la crisis. Es la típica respuesta irracional del desesperanzado, muchos de ellos combaten el odio con más odio, colman las redes sociales con mensajes igualitos a los discursos de quienes criticamos. Buscan aprovecharse de la emocionalidad del venezolano, cualquiera da cuatro gritos diciendo que hay que salir de Maduro y las redes lo convierten en héroe nacional. Es la misma película de la década de los 90, no aprendemos la lección, es el mismo razonamiento que llevó al difunto a convertirse en lo que fue, en aquel tiempo decían que el comandante las tenía bien puestas para acabar con tanta inmundicia. Esa es la cultura del caudillismo que todavía arrastramos.
Los problemas nacionales para que sean resueltos requieren del concurso de todos los sectores sociales y la unidad es el instrumento. La clave ahora es promover que se encuentren los ingentes esfuerzos por construirla y el descontento del 80% de los venezolanos. Esa potencialidad no debe ser tirada por la borda, por ello se hace imprescindible que todos asumamos la vía pacífica, electoral y democrática para lograr el cambio. Las salidas aventureras, también pueden generar cambios, pero volátiles. Además, crearían una inestabilidad de tal magnitud, que los actuales dueños del poder u otros igualitos a ellos, saldrían por una puerta y entrarían por otra. El hilo constitucional une a la sociedad polarizada, por tanto es el garante de la legitimidad global. Hace más largo el camino, pero seguro.
FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO 2015
DC / Ing. Golfredo Dávila / Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia / @golfredodavila