A pesar de todas las políticas sociales que el Gobierno chavista puso en marcha, y sobre lo cual insiste en que ha sido una gran victoria de estos quince años, en materia de esclavitud de personas, Venezuela figura como otras naciones y no ha logrado salir de esta situación.
En el Índice de Esclavitud 2014 de la Fundación Walk Free de Australia que fue presentado con motivo del Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud refleja que el país socialista tiene en condición de esclavo a 60.900 trabajadores.
El país petrolero se encuentra en la ubicación No. 18 en América Latina, y en el puesto 125 en el mundo. Además se encuentra entre las naciones que emplean menos esfuerzos para poner fin a este tipo de situación y es uno de los que cuentan con más vulnerabilidad en lo que a esclavitud moderna se refiere.
En América Latina y el Caribe hay 1,2 millones de personas sometidas a trabajo forzado. Más de la mitad se encuentra en México, Haití y Brasil, que encabezan la región en número de trabajadores en condición de esclavitud. Haití, Surinam y Guyana son los que presentan mayores porcentajes de personas esclavizadas.
El informe señala que 35,8 millones de personas están sometidas a trabajo forzado en todo el mundo. Un 61% de las personas esclavizadas en el planeta se concentran en la India, China, Pakistán, Uzbekistán y Rusia, que son los países con más trabajadores en esa condición.
Las víctimas de esta situación por lo general son jóvenes entre edades de 18 a 24 años, no obstante los niños también sufren de esta condición, dice la fundación.
También indican que la esclavitud moderna genera a los esclavistas unas ganancias superiores a 32 mil millones de dólares, de estos 15 500 millones, se producen en países ricos e industrializados.
Una investigación oficial del gobierno de EE. UU. identifica muchos productos, por ejemplo, diamantes de África, ladrillos de Brasil y langostinos de Asia Sudoriental, como productos que se suelen producir con trabajo de esclavos. En todo el mundo, muchas personas son obligadas a trabajar mediante amenazas de violencia a cambio de una remuneración mínima o nula, para producir cosas que usamos a diario, como pelotas de fútbol, flores y chocolates, resaltaron.
DC – EV
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