Noah Zandan, director de Quantified Communications, comenzó en la Universidad de Northwestern (Estados Unidos) a crear una plataforma para medir y mejorar la eficacia con la que la gente se comunica. Para esto, utilizó la ciencia y la tecnología de análisis de datos y, valiéndose de mentiras, fue analizando el lenguaje escrito y el verbal.
Ahora se dedica profesionalmente a esto y asegura que el subconsciente del cerebro delata al decir una falsedad.
«Sabemos que todo el mundo miente, es parte de la trama cotidiana de cómo se comunica con otros», apunta. Según el experto, las historias basadas en experiencias imaginativas son diferentes que las basadas en experiencias reales. Por eso, inventar una historia requiere trabajo y conduce a un patrón diferente del uso del lenguaje.
Zandan se dio cuenta de que a través de una técnica llamada Análisis Lingüístico del Texto se pueden identificar cuatro patrones comunes en el lenguaje involuntario del engaño. En primer lugar, los mentirosos hacen menos referencias a sí mismos cuando recurren a declaraciones falsas. Escriben o hablan más sobre los demás, a menudo usando la tercera persona para distanciarse y desvincularse de la mentira.
Segundo, los mentirosos tienden a ser más negativos porque se sienten inconscientemente culpables por mentir. Por ejemplo, en la frase «perdona, esta porquería de teléfono se me murió. Lo odio».
Tercero, los mentirosos suelen explicar las cosas en términos sencillos, ya que nuestro cerebro se niega a crear una mentira compleja, según Zandan. Y, por último, aunque los mentirosos describen cosas de una forma simple, a menudo utilizan oraciones más largas e intrincadas, intercalando palabras innecesarias y detalles irrelevantes, pero ciertos, para reforzar la mentira.
Para ilustrar este método, el experto cita al ciclista siete veces campeón del Tour de Francia Lance Armstrong y su dopaje positivo. Zandan compara una entrevistar realizada en 2005, en que el deportista negó haberse dopado, con otra de 2013 en que sí lo admitió.
«Ok, ya sabes, una persona, un francés, en un laboratorio parisino abre tu muestra, ya sabes, un tal Jean Francis, y la examina. Luego recibes una llamada telefónica de un periódico que dice encontramos que diste positivo seis veces por EPO» (2005).
«Todo esto me superó, estoy seguro de que hay otras personas que no pueden sobrellevarlo, yo no pude sobrellevarlo, yo estaba acostumbrado a controlar todos los aspectos de mi vida. Yo controlaba toda mi vida» (2013).
En la primera frase se excluye a sí mismo y se enfoca en otro. En la segunda, el uso de pronombres personales aumenta en casi un 75%. Armstrong reconoce su error, habla de sus emociones y asume sus responsabilidades y motivaciones.
¿Es posible usar estas técnicas de detección de mentiras en la vida cotidiana? «Debemos recordar que muchas de las mentiras que oímos a diario son más inofensivas que los ejemplos que he dado. Pero aun así vale la pena ser conscientes de algunas pistas reveladoras», dice el investigador.
«Los marcadores lingüísticos del engaño, junto con otras técnicas, son más útiles en situaciones en las que una mentira es más significativa. Es posible que no desees analizar el lenguaje de alguien que llega tarde. Pero si pensás que alguien te está mintiendo sobre un negocio grande o una relación, podés analizar su lenguaje para decidir si es o no digno de confianza», sugiere.
Ahora, ¿por qué mentimos? En general, las mujeres mienten para proteger, los hombres para mejorar su imagen y los niños para evitar castigos. La mentira también fue clave en la evolución, para engañar al otro y poder sobrevivir.
LAS CLAVES
HABLA
Aunque los mentirosos describen cosas de una forma simple, a menudo utilizan oraciones largas e intrincadas que los que no suelen mentir, o que ellos mismos en su vida. Además, intercalan palabras innecesarias y detalles irrelevantes, pero ciertos, para reforzar la mentira.
SEÑAS
Los mentirosos tienden a ser más negativos porque se sienten inconscientemente culpables por mentir.
Además, suelen explicar las cosas en términos sencillos , ya que su cerebro se niega a crear una mentira compleja. Sino, recuerde la última vez que notó que le mentían.
RAZÓN
Los mentirosos hacen menos referencias a sí mismos cuando recurren a declaraciones falsas.
Escriben o hablan más sobre los demás, a menudo usando la tercera persona para distanciarse y desvincularse de la mentira. Investigadores precisan que a nivel evolutivo el hombre aprendió a mentir para buscar una forma de manipular y engañar para sobrevivir.
DC | El País