Una misteriosa nube gigante en el limbo del planeta Marte captó en marzo de 2012 la atención de aficionados a la astronomía, que tomaron imágenes analizadas posteriormente por un grupo de científicos de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), en España.
La agencia dpa informó que los datos obtenidos del estudio se publicaron en la revista «Nature», en un artículo en el que se esbozan dos hipótesis: que se trate de una nube formada en un momento concreto y en circunstancias extraordinarias, por ejemplo a raíz de una caída brusca de temperatura, o que sea una emisión de tipo auroral.
«Ambas hipótesis son extremas: se requieren condiciones que no son habituales en Marte», explica a dpa el «capitán» del equipo científico, el astrofísico Agustín Sánchez-Lavega.
Hasta ahora, las protuberancias observadas en el límite de Marte se correspondían con nubes altas o polvaredas levantadas desde el suelo del llamado «planeta rojo», que alcanzaban como máximo los 50 ó 100 kilómetros, respectivamente.
En este caso, el penacho alcanzó los 500 km de extensión horizontal y una altura de entre 200 y 250 kilómetros sobre la superficie de Marte, algo inédito en la atmósfera de este planeta.
Además de la altura, se observó una alta variabilidad ya que fue avistado solo al amanecer en la región marciana de Terra Cimmeria, en las latitudes medias del hemisferio Sur, según explicó el científico.
Las dos hipótesis expuestas son las más razonables, pero solo «exploratorias». «De momento, está todo abierto», señala Sánchez-Lavega.
La primera apunta a una posible nube inusual que, de acuerdo con su brillo, estaría formada por cristalitos de 0,1 micras de tamaño (una diezmilésima de milímetro). Pero para que se pudieran formar cristalitos de agua a 200 kms de altura, la temperatura debería caer más de 50 grados respecto a lo que predicen los modelos actuales de Marte, 100 grados si fueran de dióxido de carbono.
La otra posibilidad se refiere a una emisión luminosa, tipo aurora, que podría haber sido propiciada por la anomalía magnética que existe en la zona donde se produjo, aunque implicaría una emisión unas 1.000 veces más potente que la de las auroras terrestres, algo que los científicos consideran inviable.
Con esta investigación, los astrónomos esperan interesar a la comunidad científica «para que aporten nuevas ideas».
Pero, además, piden que las naves espaciales que están en órbita alrededor de Marte amplíen la observación y la búsqueda en el limbo de un planeta «que parece que puede encerrar sorpresas», según aseguró Sánchez-Lavega.
«Como se suele decir, quizá los árboles no nos dejan ver el bosque. Estamos mirando muy en corto, muy cerca de Marte, algo que hay que hacer, pero no se mira tanto hacia el limbo», matizó el científico.
Sánchez-Lavega recordó que la alta atmósfera de Marte «es interesante porque hay naves espaciales que bajan hasta esa órbita para tomar imágenes de alta resolución». «Obviamente necesitamos conocer bien esa alta atmósfera para las misiones espaciales», apuntó.
DC | Agencia