Los gobiernos deben implementar mejor los programas sociales para ayudar a los cerca de 130 millones de latinoamericanos que continúan subsistiendo con el equivalente a cuatro dólares diarios pese al crecimiento de la región durante la última década, recomendó el lunes el Banco Mundial.
Al presentar un análisis sobre la pobreza crónica en América Latina, el Banco Mundial advirtió que la situación de estas personas se vuelve aún más precaria ahora que el crecimiento promedio regional bajó de 6% en 2010 a 0,8% en 2014.
Cerca de 70 millones de personas salieron de la pobreza en América Latina gracias al crecimiento económico de la última década, pero aun así 12% de los latinoamericanos continúa en la pobreza crítica.
Nicaragua, Honduras y Guatemala presentan la mayor tasa de pobreza crónica, muy por encima del 21% regional. Al otro extremo se encuentran Uruguay, Argentina y Chile.
El estudio también determinó que la pobreza crónica está presente tanto en las áreas urbanas como en las rurales. De hecho, zonas urbanas de Chile, Brasil, México, Colombia y República Dominicana tuvieron más pobreza crónica entre 2004 y 2012 que las rurales.
Jamele Rigolini, uno de los autores del estudio, dijo que el documento no busca presentar recomendaciones específicas a los gobiernos sino mostrarles las áreas claves, como la necesidad de lograr un balance entre la ayuda directa a los pobres o la ayuda a su entorno e incluir el aspecto emocional en los programas sociales.
Rigolini habló con periodistas antes de que el Banco Mundial lanzara el informe el lunes en la capital peruana.
Ana Revenga, directora para pobreza del Banco Mundial, dijo que además de concentrarse en el acceso a los servicios básicos y a buenos empleos, las políticas públicas «deben tener en cuenta también las muy reales barreras aspiracionales y sociales que enfrentan los pobres crónicos».
«De lo contrario, será demasiado fácil que los más vulnerables queden fuera de los programas de seguridad social, sin importar lo específicos que sean los programas», agregó.
El documento señaló que si bien el gasto social ha despegado en la mayoría de los países latinoamericanos desde el 2000, muchas veces los programas, las instituciones y los ministerios no coordinan entre sí y por lo tanto su eficacia es limitada.
DC| AP /
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