El exprimer ministro italiano Silvio Berlusconi afirmó que el dinero con el que mantuvo económicamente durante varios años a mujeres que asistieron a sus fiestas correspondía a una iniciativa personal «generosa y altruista».
Así lo describió en una carta que les envió a cada de una de las cerca de veinte jóvenes en diciembre de 2013 para explicarles que sus abogados le recomendaban dejar de enviarles dinero y que hoy publicaron los medios italianos.
«En este punto mis abogados, bien que comprendiendo la generosidad y el altruismo de mi iniciativa, me invitan con absoluta determinación a no continuar con el apoyo económico mensual», afirma Berlusconi.
Y ello «porque se podría atribuir a mi ayuda y a su aceptación una finalidad diferente a la auténtica. Por estas razones me veo obligado a suspender desde enero cualquier aportación mía», agrega el político conservador.
El contenido de esta carta se conoce después de que los medios italianos informaran el pasado fin de semana de que Berlusconi pagó a esas mujeres que asistieron a sus conocidas fiestas cerca de dos millones y medio de euros durante más de tres años.
El rotativo «La Repubblica» publicó el sábado un reportaje en el que informó de este hecho de acuerdo con las investigaciones de la Fiscalía de Milán en el proceso «Ruby Ter», que investiga al magnate, entre otros, por corrupción en acto judicial.
El diario explicaba que, según la Fiscalía, los ingresos de las jóvenes procedían «de modo directo o indirecto» únicamente de Berlusconi.
En conjunto, según sus cálculos, una veintena de jóvenes recibieron desde 2010 y durante los tres años sucesivos ingresos por cerca de 1.700.000 euros y en los primeros meses del 2014 casi 400.000 euros, además de villas y algún apartamento.
La carta difundida hoy viene a confirmar esas informaciones y en ella Berlusconi se dirige a las jóvenes así: «Querida, habrá llegado a tu conocimiento que desde hace algunas semanas están depositadas las motivaciones relacionadas con los increíbles procesos sobre las cenas en mi casa».
«Es inútil decirte que no hay ninguna consideración ni contigo ni con otros invitados de nuestras cenas y que continúa sobre nosotros la denigración infame que todos hemos tenido que sufrir de manera absurda», añade.
Y reconoce abiertamente el dinero que les dio a las mujeres: «Pero es más, la ayuda que, siguiendo el impulso de mi conciencia, he continuado dándote a ti y a todos los otros invitados para paliar los efectos de la devastación que estos procesos han causado a vuestra imagen, vuestra dignidad, vuestra vida, corre el riesgo de ser instrumentalizada de manera increíble».
Y eso, añade, «lanzando hipótesis sobre eventuales delitos no solo por mi parte sino por parte vuestra».
En la carta el ex primer ministro italiano confía: «Estoy seguro de que estás al tanto de los ataques que se me han infligido desde una magistratura militante que hace un uso político de la Justicia para eliminar el único obstáculo que se ha resistido y se resiste a la definitiva toma del poder por parte de la izquierda».
«Esta es la Italia de hoy. Una Italia sin Justicia, donde para tenerla tienes que dirigirte al Tribunal Europeo de Estrasburgo, como estoy haciendo, para corregir la absurda e indigna sentencia del 1 de agosto», añade Berlusconi en relación con el caso Mediaset, por el que fue condenado en firme por fraude fiscal.
«Lo lamento, lo lamento tanto. Espero, cuando acabe el proceso, poder volver a verte y abrazarte. Te quiero. Silvio», concluye la carta.
La misiva se conoce una semana después de que el Tribunal Supremo confirmara la absolución en apelación de Berlusconi por presunto abuso de poder e incitación a la prostitución de menores en el «Caso Ruby».
El Supremo confirmó así la sentencia de absolución dictada en segunda instancia por el Tribunal de Apelación de Milán en julio de 2014 y apelada por la Fiscalía de esa ciudad el pasado noviembre.
Pero sobre Berlusconi todavía pesa la inhabilitación política durante seis años aplicada en 2013, por lo que pretende que sea el Tribunal de Estrasburgo el que dictamine si es ilegal la retroactividad con la que se aplicó la ley que impuso aquella prohibición.
DC | EFE