El gobierno ve al humor como un problema serio

En Venezuela puede escasear todo, menos el humor. Por más intentos que haya hecho el gobierno por silenciar las risas y quitarle espacio al humor inteligente, los humoristas siempre se reinventan. En televisión ya no se produce comedia crítica, y de las páginas de los diarios se han desdibujado las caricaturas incisivas. Todo apunta al teatro como el oasis en el que los creadores, y el público, pueden reencontrarse con el humor.

Esa es la materia prima con la que han trabajado por años Laureano Márquez y Emilio Lovera. Para ellos el humor es cosa seria porque con un chiste se pueden decir las verdades más crudas. Incluso si se habla del amor. El pasado fin de semana el Seniat cerró tres teatros en Miranda, Carabobo y Lara donde se presentarían con su showLaureamor y Emidilio.

“Por causas de fuerza mayor nuestros espacios estarán cerrados durante 5 días. Agradecemos al público que adquirió sus entradas enviar sus datos”, se lee desde el viernes en las puertas del teatro Alfredo Celis Pérez de Valencia. Lo mismo ocurrió en Las Trinitarias de Barquisimeto y en el salón Topacio de San Antonio de los Altos. Las butacas se quedaron vacías por un operativo “de revisión de deberes formales para el área de entretenimiento” del Seniat.

“Si no es censura, es una casualidad digna de Nuestro insólito universo, porque no cerraron ningún otro local”, comenta Laureano Márquez. “Ya habíamos vivido episodios como este en radio, prensa y televisión. El teatro es lo que les queda por intervenir”.

Uno a uno se han ido cerrando espacios para el humor crítico. “El teatro es nuestro refugio, porque no se está produciendo más nada en otras plataformas”, dice Emilio Lovera. Considera que no hay motivo para censurar el espectáculo: “El show de Laureamor y Emidilio no se centra en política, hacemos referencia a la actualidad de las relaciones de pareja, pero hasta allí”.

Lovera destaca que a pesar de que el teatro no es un medio de comunicación masivo, logra congregar a un número considerable de espectadores que se hacen multiplicadores de un mensaje, que se puede transmitir en clave de chiste, y que llega a ser mucho más contundente que un extenso discurso. “Nos presentamos en espacios con capacidad de 1.300 personas, en un fin de semana nos pueden ver hasta 3.900 personas”, cuenta.

Los humoristas intentarán presentar su show en los escenarios donde estaba previsto. “Si nos cancelan, reprogramamos, y si nos vuelven a cancelar, volvemos a reprogramar. Y si no, lo haremos en un espacio público”, sentencia Márquez.

“El bravucón del colegio impone su verdad a la fuerza. Sin importar qué tan alto sea, uno puede hacer que los demás se rían de él, y eso les duele”, apunta Lovera. Cree que en muchos casos son los gerentes de los locales los que temen que el gobierno tome represalias en contra de sus establecimientos por brindarles el espacio.

Luis Chataing no titubea con su postura política. Y él se ha convertido en el mensaje. No ha sido fácil cada vez que acepta presentarse en el interior del país. “En Caracas ya sabes en qué teatros te puedes presentar, porque tienen su línea definida. Con este nivel de polarización no me dejarían presentarme en el Teresa Carreño, por ejemplo”.

Aunque no sea una decisión que tome el gobierno, muchos gerentes afectos al oficialismo buscan la aprobación del Ejecutivo con este tipo de atropellos. El Teatro de la Ópera de Maracay, el Club Puerto Azul de La Guaira y el Colegio de Abogados de Mérida han sido solo algunos de los espacios en los que su presencia ha incomodado. En los casos en donde no han podido ser reprogramadas las funciones han tenido que devolver el dinero. “Al gobierno le molesta toda forma de expresión”, afirma el comunicador.

El año pasado, Alex Goncalves intentó llevar su show Con todo respeto a La Casa de la Cultura de Ciudad Ojeda. La institución, entonces, emitió un comunicado en el que le prohibía presentarse por ser un “actor de oposición”. En San Juan de los Morros, Goncalves presentó el show con dificultades. “Luego de hacer unos chistes políticos, nos encendieron las luces de la sala. Más tarde quedó en oscuridad total y la gente nos iluminaba con sus teléfonos. Con el apoyo del público hicimos un llamado a la tolerancia”.

Ha habido casos extremos, como el de Norkys Batista. En 2013, una bomba lacrimógena estalló en plena función de Orgasmos en el Aula Magna de la UCV. Antes de comenzar la función había sido amenazada por afectos al oficialismo. Su obra se tornó incómoda desde el momento en que trató de presentarla en el hotel Venetur de Puerto La Cruz. La función que llevaría a cabo allí fue suspendida un día antes.

DC| EN /

Foto: web

Entérate al instante de más noticias con tu celular siguiéndonos en Twitter y Telegram
Suscribir vía Telegram

Lea también

Le puede interesar además

Loading...