La garra imperial, por Douglas Zabala (@douglazabala)

Mis primeras correrías antiimperialistas las realicé en los tiempo de cuando John Lennon, Ángela Davis y  todos  los jóvenes del mundo, salieron  con sus sueños al viento a dar la cara por los rincones del planeta, ante la agresión de los mismos amenazantes marines de hoy, quienes a punta de napalm, saqueos y masacres colectivas, pretendían doblegar  bajo la misma excusa del peligro a  la seguridad de los  Estados Unidos, al pueblo vietnamita, que estoicamente les hizo morder el polvo de la derrota.

 

De manera que mal pudiera yo en estas circunstancias de amenaza real ante una agresión extranjera, salir a blandir banderas de neutralidad y posturas  oposicionistas, cuando de lo que se trata es de ser objetivo, pero no imparcial. En estos momentos es cuando brilla con mayor nitidez la advertencia del gran Bolívar, quien con mucha antelación nos señaló que estos gringos  estaban predeterminados por la providencia a plagar a la América de hambre y miseria  a nombre de la libertad.

 

Nunca he estado de acuerdo  con las susodichas sanciones hecha ley por el soberano congreso del norte, como tampoco he respaldado la injerencia a cuenta de la solidaridad proletaria y revolucionaria del gobierno  cubano, en casi todas las instituciones de nuestro país. Los pareceres, desencuentros y hasta enfrentamientos violentos es nuestro problema.  Sólo nosotros y en última instancia la justicia internacional, con sus organismos de alzada, tiene la potestad de inmiscuirse y producir sanciones.

 

El país desde hace rato anda dando traspiés, sin que hayan indicios de serias rectificaciones. Por primera vez atravesamos una crisis económica como la vivida en estos momentos, expresada de manera brutal todos los días a las puertas de los expendios de alimentos y demás enseres útiles para el buen vivir. Esconder la realidad  económica en una supuesta guerra económica, olvidando las políticas confiscatorias al sector productivo es un ardid que no aguanta un análisis serio.

 

También desde hace tiempo y a pesar de la legitimad de origen de este proceso, ratificados en las innumerables elecciones, la intolerancia política, aunada a practicas persecutorias que mantiene a varios Alcaldes tras la rejas, dejan mucho que desear  de un gobierno que se ufana  de ser socialista y democrático. Es deber de todo Estado resguardarse de los intentos de desestabilización; y la salida fue una de ella, pero eso en nada justificas políticas represivas violatorias  derechos humanos.

 

Nadie desea una guerra en el continente y ningún venezolano, sea del oficialismo o de la oposición, puede incurrir en la tragedia histórica de atizar la candela de la confrontación, por demás predecible. Allí están los pueblos de Afganistán,  Irak  y Libia como recientes testigos del zarpazo invasor.  Hay que desarmar la palabra, la hora de los discursos violentos y guerreristas, al margen de la pasión patriótica, deben ser puestos de lado para abrirle paso a la conciliación y la paz.

 

A quienes la desesperación los lleva a pensar que  a Miraflores se debe llegar así sea montado en los tanques Made in Usa o aquellos que en estas horas de lealtad nacional, se andan frotando las manos con su silencio sepulcral, sepan que están a tiempo de rectificar,  porque  de materializarse  la invasión, nadie se salvará de la garra imperial,  y  porque  de paralizarse la letal amenaza, no habrá tiempo de evitar otra derrota electoral.

 

DC/ Abog. Douglas Zabala/ @douglazabala

 

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