Una de las repercusiones más serias que traerá para nuestro país la crisis en la cual nos encontramos inmersos, es la emigración de profesionales a otras latitudes por no visualizar oportunidades de desarrollo individual y la inseguridad personal, puesto que emigrar es algo más que la búsqueda de oportunidades económicas, de un trabajo, es también la necesidad de obtener un contexto seguro que permita el desarrollo de la simple vida cotidiana.
Anitza Freitez, Demógrafa, profesora de la Universidad Católica Andrés Bello señala que la emigración venezolana ha venido creciendo especialmente en los estratos medios de la población. Expertos aseguran que los grupos que están emigrando poseen edades entre 25 y 44 años, una etapa de plena productividad para los venezolanos. Por su parte, La Universidad Simón Bolívar (USB) calculó que ya en el año 2012 más de 1.200.000 venezolanos altamente calificados se encontraban trabajando en el exterior, originando una “diáspora intelectual”.
Esta situación se agrava, en razón de la ausencia de una política orientada a proteger el capital humano e intelectual vinculado con el conocimiento, para mantenerlo y mejorarlo, lo cual traerá serias repercusiones para nuestro desarrollo y hará que el país se vaya empobreciendo intelectualmente.
Las universidades son unas de las instituciones más perjudicadas; y si esto no se modifica, a la brevedad, tendremos una universidad despoblada de profesores porque no podremos renovarlos en la misma medida que se jubilan o se marchan. La situación salarial para el profesor universitario es verdaderamente dramática. Según las estadísticas solo en Haití y Nicaragua los profesores ganan menos que nosotros. La docencia ha perdido atractivo debido, no sólo, a la baja remuneración y las condiciones de trabajo sino a las deficiencias del soporte tecnológico que existe actualmente.
De igual manera, otro de los motivos para que los profesores vean poco atractiva la labor académica, son las limitantes a la investigación, a la insuficiencia de recursos y los obstáculos para cumplir con libertad esta función, al pretender subordinar el gobierno dicha función a su proyecto proyecto político e imponerlo en sus propias instituciones, lo cual se constituye, de hecho, en una conducta antiintelectual.
Pese a ello, debemos avanzar con creatividad e innovando la manera de hacerlo: gestionando la solidaridad con universidades extranjeras y programas de intercambio, constituyendo redes interuniversitarias para racionalizar recursos y mancomunar esfuerzos, no abandonar a nuestro sector privado externo con los cuales debemos hacer alianzas estratégicas en programas de capacitación e investigación aplicada. Se trata de diseñar, con otras universidades nacionales, una estrategia común para enfrentar con inteligencia estas dificultades.
DC / César Ramos Parra / Profesor Universitario / @cesarramosparra