El tiroteo contra dos policías en Ferguson (Misuri) acentuó hoy las tensiones raciales que vive Estados Unidos desde la muerte en agosto pasado de un joven negro desarmado a manos de un agente blanco.
«Emboscada» es la palabra que utilizaron para describir el inesperado ataque cometido en la madrugada de hoy contra los dos policías, ya dados de alta, tanto el fiscal general del país, Eric Holder, como el jefe de la Policía del Condado de San Luis, John Belmar.
La Policía de este condado, donde está Ferguson, registró viviendas e interrogó a testigos, aunque por el momento no ha encontrado a los responsables de los disparos que, al parecer, utilizaron un arma pequeña para herir de gravedad a los agentes.
Durante la mañana, efectivos del cuerpo policial ataviados con cascos, chalecos y escudos, se subieron al tejado de una vivienda cerca del Departamento de Policía de Ferguson y golpearon el techo con una pala para tratar de acceder al interior del inmueble, según imágenes difundidas por los medios.
Aún se desconocen los detalles de lo ocurrido, aunque, en un video publicado en la red social Youtube, se ve correr frente a la comisaría de Policía de Ferguson, donde fueron heridos los agentes, a decenas de manifestantes.
En el video, se pueden oír disparos, gritos y se escucha una voz que dice: «Hay fuego y han alcanzado a policías. ¿Viene de la colina?».
Uno de los agentes, de 41 años, fue herido en el hombro, mientras que otro, de 32 años, recibió en la mejilla el impacto de una bala, que se quedó incrustada a la altura de la oreja.
«Estamos muy cerca de lo que ocurrió en Nueva York. Podríamos haber enterrado a dos oficiales de policía esta noche», afirmó en una rueda de prensa el oficial superior Belmar.
Las tensiones que se desataron el año pasado en Nueva York tras la muerte a manos de un policía blanco de otro afroamericano, Eric Garner, desembocaron en el asesinato a sangre fía de dos agentes y abrieron el debate sobre la seguridad de los agentes.
Como entonces, las autoridades han tratado de calmar los ánimos y convertir el suceso en un punto de inflexión que permita reconstruir las relaciones rotas entre la población y la Policía, a la que los afroamericanos acusan de abusos y uso excesivo de la fuerza.
«El camino hacia la justicia es uno y hay que recorrerlo juntos», afirmó el Gobierno estadounidense en un comunicado, donde se solidarizó con los agentes disparados y tachó de «inaceptable» cualquier tipo de violencia contra las fuerzas del orden.
«Condeno de forma inequívoca estos repugnantes ataques», dijo en una rueda de prensa Eric Holder, también secretario de Justicia, cuyo Departamento ha llevado a cabo una exhaustiva investigación sobre el comportamiento de la Policía de Ferguson.
Las conclusiones de la investigación, hechas públicas la semana pasada, ponían de relieve el comportamiento racista tanto de la Policía, como de la Justicia, que utilizaban la fuerza de manera excesiva y como elemento recaudatorio.
Entonces, Holder advirtió de que utilizaría toda su autoridad para reformar el Departamento de Policía de la ciudad y, desde entonces, se han sucedido las dimisiones de altos cargos, la última la de ayer del jefe del departamento de Policía, Thomas Jackson.
La renuncia de Jackson era una de las reclamaciones principales de las protestas registradas en esa localidad de Misuri tras la muerte del joven Brown, que iba desarmado, cuando fue disparado por el policía blanco Darren Wilson, exonerado de todos los cargos.
Para restaurar los lazos rotos entre agentes y minorías en el país, Holder anunció hoy la implantación de un programa piloto en seis ciudades que «se colocarán a la vanguardia para hacer frente a cuestiones urgentes en todo el país».
A la espera de que se calmen los ánimos, la Patrulla de Caminos de Misuri y la Policía del Condado de San Luis ya recorren las calles de Ferguson para velar por la seguridad ante la posibilidad de que las protestas continúen esta noche.
«Respetamos el derecho a las protestas pacíficas, pero no podemos continuar con estas amenazas de violencia que destruyen nuestra comunidad», resaltó en un comunicado el alcalde de Ferguson, James W. Knowles.
«Juntos podemos curar a esta comunidad», destacó W. Knowles.
DC | EFE