Ya hace cinco meses que mi cama no es mi cama, mi casa no es mi casa y Venezuela dejó de ser mi país. En una sola maleta empaqué 32 años de vida y dije adiós.
Un adiós aplaudidos por unos, criticados por otro, como si eso al que lleva la vida doblada y compactada en un estrecho contenedor de escasos centímetros le importara. El corazón se te desgarra con cada paso y el aliento se te diluye en el abrazo de tus padres. Partes en búsqueda de una vida digna no solo para ti, también para aquellos que dejan con la promesa de ayudarlos a salir del infierno que se ha convertido la República Bolivariana de Venezuela.
Con muchos he compartido parte de mi experiencia, especialmente por medios de las redes sociales, hoy por medio de esta columna en el diario que vi nacer y al que tuve que dejar entre lágrimas, quiero hacerlos participe de mi “Diario de un inmigrante”, no solo con la intención de plasmar en algunas líneas lo que ha sido mi vivencia personal, si no como una pequeña herramienta que colabore con aquel que requiera información para tomar la decisión de partir. Además quiero dar un acompañamiento amigo al que transita al igual que yo tan dura decisión.
En esta, mi primera columna, quiero hablarte del apego. Tienes la idea de dejar tu país, sabes que son miles las razones que te empujan a tomar esta decisión pero algo siempre te detiene. Miles de preguntas bombardean tu cabeza: ¿Cómo me irá? ¿Encontraré trabajo pronto? ¿Mi carrera es aceptada allá? ¿Cómo ven a los venezolanos?, con estas se mezclan otras ¿Qué hago con mi casa y el carro? ¿Será que vendo todo? ¿Y si me toca devolverme, en donde voy a vivir? ¿Será que soportaré no tener a mi familia cerca? ¿Y con quién me voy a tomar las frías y el sancocho los domingos?.
Sé que soy modesta, casi austera con la cantidad de preguntas, pero esto es una columna no una novela del Gabo. Para todas tus preguntas yo no tengo una respuesta, por el contrario te tengo otra pregunta ¿Puedes estar solo y desprenderte totalmente de tus pertenencias materiales y despojarte totalmente de lo que fuiste que ya nunca más serás? Si la respuesta es no. No elijas la vida de inmigrante. Si por el contrario te debates en el sí y el tal vez, tienes parte del terreno ganado para sobrevivir en otro país. Pero ten en cuenta que la historia apenas comienza.
El apego, no es solo material y afectivo, también estamos apegados a un sinfín de costumbres que no siempre serán bien recibidas en el país al que llegas. Dos palabras pueden cambiar tu vida: humildad y adaptación. Yo lo resumo en una frase “Al sitio que fueres haz lo que vieres”, esto te evitará muchos problemas, recuerda que eres quien deben adaptarse al entorno y “desapegarse” de lo que fuiste en el pasado, de lo que hacías, es mejor llegar observando mucho y hablando poco. Con esto no quiero decir que hay que olvidar nuestras raíces pero ahora nuestro factor primordial es la supervivencia.
Deja de vivir en el pasado. Esto es para quienes ya se encuentran en un nuevo país. Si diste el paso de decir adiós asúmelo con todas las letras de la palabra. Que constantemente tus nuevos compañeros de trabajo te escuchen decir “En Venezuela esto es mejor, allá no hacemos eso así, lo hacemos de otra forma, la gente es diferente, etc” lo que sea, te puede traer unos cuantos problemas, recuerda ya no estás en tu territorio, para bien o para mal.
Abre tu mente. Parte de soltar también es cambiar el concepto de trabajo. ¿En tu país eras un exitoso contador? Ahora puede que te toque vender aceite de motor o lavar carros. Esto es una realidad que tienes que tener la entereza de asumir así que es mejor ponerle buena actitud al asunto y ver todo como aprendizaje. Esto te evitará una ulcera y no tiene porque ser tu profesión definitiva, poco a poco irás avanzando y mejorando sin duda alguna.
En mi próxima publicación te hablaré de los documentos esenciales que deber llevar contigo a cualquier país. Yo me encuentro en Panamá. No dudes en hacerme cualquier pregunta por medio de mis redes sociales, también puedes sugerirme de que tema quieres que trate en mis próximas columnas. Puedes seguirme en Twitter o Instagran como @argemarybernal o en facebook como argedelc.bernal.
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