El Dnipro dio el sorpresón de esta Europa League al clasificarse para la final. Los ucranianos no se amilanaron y no tuvieron ni siquiera que hacer valer el resultado de la ida. Otra vez un gol deSeleznyov acabó con las esperanzas del Nápoles de Rafa Benítez.
Los italianos no aprovecharon su buen arranque de partido y lo pagaron caro. En la primera parte dispusieron de dos ocasiones clarísimas por medio de Higuaín, pero las malograron. La primera, porque el argentino no supo resolver un mano a mano contra Boyko. La segunda, un cabezazo imposible, se marcho fuera por poco.
Los ucranianos no fueron de víctimas ni tampoco a especular. Arropados por 70.000 aficionados, algunos ni siquiera del Dnipro, pero comprometidos con la causa ucraniana, fueron de menos a más. Aguantaron las embestidas italianas y supieron esperar su momento. Siempre que vieron una brecha por la que hacer daño, lo intentaron.
Especialmente peligroso resultó Konoplyanka por su banda. Precisamente de sus botas nació el tanto de la victoria. A los 12 minutos de la segunda parte puso un centro que Seleznyov, héroe de la ida, remató con el alma.
El tanto hizo aflorar los nervios del Nápoles, que no supo gestionar la situación. Se precipitó y cayó en una cadena de errores constantes que le impidieron llegar con claridad a los últimos metros. En cualquier caso, la defensa ucraniana y su portero, tampoco estaban por la labor de hacer concesiones.
La imagen de la desesperación napolitana quedó reflejada en Callejón, que empujó a Konoplyanka para que se diera prisa cuando salía sustituido.
Al Nápoles simplemente no le dio para imponerse a un equipo humilde, pero con hambre de hacer algo grande. Y tan grande. El Dnipro jugará la primera final europea de su historia. Nada menos que contra el vigente campeón, el Sevilla.
DC | Marca