Por años anduvo el economista Marrero solicitando trabajo con un cartel que lo hizo famoso, entre las marchas y protestas de décadas anteriores. Lo imaginamos ya jubilado o resignado al desempleo en casa, después de dieciséis años de una revolución que, por cierto, no podía ser otra en el contexto de un rentismo inaudito y obstinado.
Otro economista, en cuyo nombre el extinto presidente impulsó la nueva era, aunque confesó desconocer sus obras, es el desempleado por excelencia. Raro marxismo el venezolano que no soporta la más mínima interpelación, partero de predicadores de espléndidas cuentas en el extranjero, ha generado una inédita e insoportable crisis en el país por la cual no responde y, si lo hiciere, tendría por destino el Cuartel San Carlos.
Que sepamos, excepto algunos abusos o deslices, el inmueble colonial fue recipiendario de numerosos presos que gozaban de las visitas de familiares y relacionados, de la lectura serena que los convertía en autores afamados, como de la debida atención médica. Ahora, la regla es la de confinar y aislar a los adversarios, oponentes y disidentes, en instalaciones distintas a lo que fue un cuartel que puede concebirse como un risort, pesando la amenaza y el efectivo traslado a centros de delincuentes comunes.
Lo que ha ocurrido recientemente con el alcalde tachirense Daniel Ceballos, transferido a San Juan de Los Morros, al igual que otros numerosísimos detenidos por enteras razones políticas que trillan su juventud entre el hamponato ordinario, monumentaliza el exabrupto. Jueces resignados y obedientes que no meditan por un instante el drama, los obligan a sobrevivir bajo el imperio de los pranes, toda una excrecencia de la que es capaz de generar un socialismo morboso que los celebra al igual que el ascenso de una pujante y bulliciosa boliburguesía que ganó la lotería de una superlativa y duradera bonanza petrolera.
La peor versión de Marx ha fracasado, pero menos mal – se dirá – que, a lo sumo, tiene el ahora fantasmal cuartel para administrar sus remordimientos. La también mejor versión del sacrificio por la libertad y la democracia, triunfa a pesar de morder el polvo y la pesadez de un tránsito necesario en cárceles que no son tales, sino síntesis y baremo de nuestra tragedia nacional.
DC / Luis Barragán / Diputado AN / @LuisBarraganJ