Las labores de limpieza tendrán una duración de dos años y, una vez completadas, se habrán extraído del fondo marino los 90.000 neumáticos, localizados a una milla de la costa.
Se suponía que el denominado Osborne Tire Reef, a base de neumáticos, se convertiría en un refugio atractivo para los peces y capaz de proporcionar la estructura idónea para el crecimiento de corales, una iniciativa que el tiempo demostró equivocada y nociva para el medio ambiente.
En un solo día de 1972, más de un centenar de embarcaciones se desplazaron hasta la zona determinada y arrojaron centenares de llantas, apuntó el rotativo del sur de Florida.
Lo que quedó, con el paso del tiempo, fueron «llantas a la deriva golpeando los arrecifes naturales, matando los corales, un inquietante panorama de 35 hectáreas de suelo marino cubierto de neumáticos sin albergar vida».
«Solo hay llantas hasta donde la vista alcanza», dijo al rotativo Pat Quinn, biólogo del condado de Broward, quien colabora en el desarrollo de las tareas de limpieza.